Cuando regreso a Jojutla reencuentro las calles donde crecí, tan diferentes, tan lejanas. El palacio municipal, el centro, los comercios, los barrios. Todo cambió.
A partir del sismo del 19 de septiembre pasado, mi ciudad se volvió fantasmal. Y entre las piedras y el polvo, aún resurgen los recuerdos.
Ahora, esperamos la reconstrucción. Que la maquinaria restituya eficazmente el paso de las aguas fluviales y las vías de comunicación.
Que se restaure el entorno urbano y poco a poco, aunque es muy difícil, que la vida vuelva a fluir normalmente. Fueron demasiadas las grietas que se abrieron.
Fueron muchas las paredes que se derrumbaron y, especialmente, fueron muchas las vidas que se perdieron.
Por todo esto, que no se desilusionen los rostros esperanzados de la gente.