Jojutla.- Además de haber perdido su patrimonio, por el sismo del pasado 19 de septiembre, muchas personas también se quedaron sin trabajo en toda la región sur.
En la colonia Juárez de esta cabecera municipal, el terremoto provocó que se abriera una grieta a 20 metros aproximadamente de la margen del río Apatlaco y de una longitud difícil de cuantificar, lo cual generó que se cayeran varias viviendas e incluso se levantara un tramo de pavimento.
Marcos Santiesteban, un comerciante de la colonia referida, que vendía alimentos, perdió su patrimonio y empleo a la vez, por lo que espera que pueda ser apoyado.
“Aquí era nuestra fuente de trabajo y nuestro hogar, y ahora tenemos que buscar qué es lo que vamos a hacer”, comentó.
Dijo que eran tres familias las que vivían en su casa, que quedó destruida.
Destacó que ya le querían demoler su casa sin estar censada, pero no lo permitió, hasta que pase el censo.
Reconoció que no han superado el trauma sicológico, pues “cualquier ruidito nos espanta”.
César Visoso Ariza, quien vivía justo por donde se formó la grieta que devastó las tres casas donde él vivía con su familia, comentó que no se encontraba en su hogar cuando ocurrió el sismo y cuando regresó, encontró todo en ruinas.
Apuntó que además perdió su trabajo de camionero, porque no lo puede atender por estar al pendiente de su casa y su patrón ya contrató a alguien más.
Francisco Arroyo Arroyo, quien tenía una huarachería desde hace 25 años en la calle Vallarta de la colonia Juárez y daba empleo a cuatro personas más, perdió completamente su casa taller.
“Aparte de tristes, quedamos sin empleo; no tenemos otro sustento más que trabajar el huarache”, dijo.
Señaló que su mercancía se quedó enterrada y perdió toda la materia prima.
Contó que sólo recuperó una máquina, por cierto, con ayuda de brigadistas voluntarios, pues el Ejército le recomendó desarmarla para poder ayudarle, ante lo cual mejor le dio las gracias.
En contraste, otro vecino, Manuel Cruz, dedicado a la elaboración de piezas para traumatología, pudo rescatar su maquinaria para seguir laborando, aunque sea fuera de su casa.