Bajo el cementerio, a unos 40 centímetros, corre agua usada en campos de cultivo y en plantas purificadoras, situación que pudo comprobarse en su momento al cavar las sepulturas.
Pese a esta característica, el panteón ha seguido en funcionamiento con la autorización de personas que no están facultadas para permitirlo, como sería el caso del comisariado ejidal de la colonia, quien de acuerdo a información del Registro Civil, la semana pasada autorizó indebidamente una inhumación.
Al oficial Sixto Vergara le resulta sorprendente que, pese a la clausura, el panteón se encuentre casi lleno de tumbas en la actualidad, lo que hace suponer que durante los últimos treinta años se ha realizado una gran cantidad de entierros clandestinos, los cuales habrán de ser investigados para descartar riesgos sanitarios.