El Instituto Nacional de Salud Pública (INSP) realiza una evaluación sobre la aplicación de la ley antitabaco, a través de una encuesta que se realiza en el país, pero se requiere de la participación ciudadana para que tenga el efecto esperado, señaló el director de la institución, Mauricio Hernández Ávila, quien alertó que el cigarrillo electrónico no está permitido y sólo es un “dosificador de la droga”. Recordó que su comercialización está prohibida en México y que cada vez más jóvenes lo usan "por glamur".
El especialista destacó que si bien las instancias oficiales como la Comisión Federal de Prevención de Riesgos Sanitarios (Cofepris) ha cumplido con funciones que marca la normatividad, como la vigilancia en cuanto a la venta y distribución, por ejemplo, se necesita de la sensibilización y participación de la población.
“Ninguna instancia como la Cofepris tiene los recursos para estar entrando a los restaurantes a sancionar y tal, entonces se requiere de esa parte; yo diría que no es una ley que se aplica a la perfección, pero invito a los ciudadanos a que denuncien a las comisiones estatales, que ya tienen esa facultad para que intervengan.”
Destacó que hay ejemplos de otros países del mundo como en Argentina, donde no se lograba aterrizar la ley; allí los ciudadanos demandaron porque no se tomaban las medidas de manera más efectiva, entonces ahora tocaría a la ciudadanía, insistió, ver que sí se cumpla y que las autoridades respondan a este llamado.
Hernández Ávila refirió que la encuesta ya se aplicó en campo y en meses se darán a conocer los resultados, pues se realiza en coordinación con la Comisión Nacional contra las Adicciones. Este trabajo se lleva a cabo en torno al consumo de tabaco y es posible que se haga ese ejercicio con otras drogas.
El investigador aseguró que sí es posible dejar la adicción del tabaco, aunque el cigarrillo está diseñado precisamente para la adicción por contener altas cantidades de nicotina y otras sustancias.
Comentó que hay instituciones como el Seguro Social, que tienen clínicas de tratamiento de este problema.
Dejó en claro que el cigarrillo electrónico no es un recurso viable porque sólo es un “dosificador de droga” y apuntó que hay una discusión internacional importante en cuanto a sus efectos, “pero la balanza se inclina hacia que es dañino, y que en realidad no es un sustituto para contrarrestar el efecto del tabaco: se ha demostrado que con el cigarrillo electrónico no se deja de fumar y la gente sigue fumando”.
Y advirtió que lo peor es que los jóvenes lo están utilizando “por glamur, porque sienten que se ve interesante estar echando vapor, entonces no es adecuado y está prohibida su comercialización”, y de hecho está prohibido comprarlos.