Jaime Raúl Bonilla Barbosa, responsable del laboratorio de hidrobotánica y secretario académico del CIB-UAEM, explicó que la finalidad de la investigación es promover la conservación de las plantas acuáticas en las áreas naturales protegidas del estado, así como integrar un inventario de éstas y su uso en beneficio de la sociedad.
Para la investigación se cuenta con 357 mil pesos para el estudio de 49 familias, 76 géneros y 115 especies de las zonas protegidas de Morelos por parte de la Conabio, cuyos resultados se presentarán en mayo próximo. Refirió que son escasos los estudios referentes a las plantas acuáticas en nuestro país y que las investigaciones se han incrementado muy poco, desde hace 25 años, debido a que sólo existen dos especialistas en la materia.
Jaime Bonilla dijo que la intención es desarrollar el conocimiento de la flora acuática desde los puntos de vista taxonómico y práctico, por lo que trabajan en coordinación con otras unidades académicas, con fines de aplicación en la medicina y farmacia. Destacó que la finalidad del laboratorio de hidrobotánica del CIB-UAEM, es conocer los tipos de plantas y cómo se pueden utilizar, citando como ejemplo al lirio, que es catalogada como plaga y que sirve para limpiar el agua, ya que absorbe los nutrimentos o metales pesados contaminantes del vital líquido o bien para alimentos para el ganado como forraje, fertilizante, abono verde o desalación del agua, como los helechos que absorben el arsénico.
En cuanto a la alimentación de las personas, aseveró que hay especies como el berro que fue introducida por europeos, la cual se cultiva en el área natural protegida de Los Sabinos. Informó que existen especies que no se conocen en México y se están integrando nuevos registros de plantas acuáticas desde que publicó un listado hace 15 años, el cual ha permitido mejorar el conocimiento sobre este tipo de investigación.
Al hablar de la clasificación de especies, el investigador del CIB explicó que esta actividad consiste en integrar dos grupos: la vegetación acuática, que son hierbas que crecen en cualquier ecosistema como lagos, ríos, manantiales, presas, bordos, charcos, canales, hasta zonas inundables, que después de las lluvias llegan a crecer. El otro es el de bosque perennifolio y deciduo ripario, que son árboles que crecen en los ríos, de los cuales existen tres especies importantes: el sabino, el ahuehuete (conocido como árbol de la noche triste o el árbol del tule) que por la modificación del ecosistema, en algunos lugares se están perdiendo. Otra de las plantas que pertenecen a este tipo de vegetación son los sauces, de los que se obtiene el ácido acetilsalicílico, sustancia activa de las aspirinas.
Jaime Raúl Bonilla dijo que alumnos de la UAEM, están desarrollando la parte taxonómica; mientras que otros analizan la parte de su uso o de importancia de estos recursos. Dijo que uno de los trabajos más antiguos que se cuentan para las áreas naturales protegidas, es el que desarrolló para el Parque Nacional Lagunas de Zempoala, sobre la flor acuática de la zona, por lo que quedan pendientes las otras nueve.
Lamentó que una planta, que fue colectada en 1950 en el río Apatlaco, cerca de Temixco, se perdió por ser muy sensible a la contaminación. Y alertó sobre especies invasivas como la elodea, que no existe como género en México, es sudamericana y que se introdujo al país, cubriendo gran parte de las lagunas de Zempoala.
Otros son los lirios o patitos, muy llamativos por la estructura de la flor, por lo que las personas las adquieren pero al desaparecer la flor, las desechan, mandándolas al ecosistema acuático y con el alto índice de contaminación de los ríos, se propagan más rápido.