En ese sentido y luego de años de maduración de un proyecto, se decidió a abrir la Universidad Campesina, ubicada en Atlacholoaya y donde se imparten diplomados en siete módulos a cerca de 100 alumnos, la mayoría hijos de campesinos, sector que padece históricamente de frentes de lucha y de defensa para su causa.
Reconoció que los luchadores sociales siguen manejándose con movimientos y formas que dañan los intereses de terceros, el Centro Histórico de Cuernavaca es hoy un espacio poco adecuado para el comercio, los negocios, por las serias afectaciones que las continuas expresiones de protesta pública les provocan.
Esos son solo algunos elementos arcaicos de quienes encabezan marchas y manifestaciones en demanda de legítimos derechos, sin embargo, hay que modificar los esquemas con una visión moderna que lleve al fortalecimiento de los líderes con la obtención de resultados de mayor efectividad y menos daños colaterales.
García Jiménez señaló que “es una formación poco común y nada fácil de desarrollar, hemos tenido que buscar maestros formados en las luchas, académicos con experiencia internacional y estudiosos en la materia, contamos con elementos que participaron en el movimiento campesino de Brasil, algunos estuvieron en Bolivia y otros han sido teóricos de los movimientos sociales, como Leonardo Boff, brasileño.
Paralelamente, en la parte académica, se captura el saber popular en terrenos como la elaboración de alimentos, la medicina tradicional, las tradiciones y la cultura, donde se sobre pone la práctica a la teoría, muy diferente a lo que pasa en las universidades tradicionales, cuya enseñanza es eminentemente teórica.