Paradójicamente, la última morada de Alan se ubica a unos metros del lugar donde la tarde del 24 de diciembre de 2011fue fortuitamente secuestrado por un grupo criminal, que sostuvo un enfrentamiento con policías municipales y estatales.
El 26 de diciembre, Alan fue liberado en Chilpancingo, Guerrero, y auxiliado por policías municipales de esa ciudad acudió a una agencia del Ministerio Público, donde denunció su secuestro y se comunicó por teléfono con sus familiares para que lo fueran a recoger, pero en condiciones aún inexplicables desapareció de las oficinas de la procuraduría guerrerense.
En medio de dolor inevitable de una tragedia, Miguel Ángel Rosete Flores, abogado de la familia, despidió a Alan al pie de su tumba y le hizo una promesa.
“Te hacemos una promesa, que no va quedar impune tu asesinato, que no vamos a permitir que sigan trabajando los Ministerios Públicos que te pusieron con los asesinos, siguen trabajando pero no vamos a acabar hasta hacerte justicia, Alan”.
Familiares y amigos se despidieron de Alan, cuyos restos yacían en un féretro sellado con su fotografía encima, que hacia recordar la tarde del 24 de diciembre cuando el joven jugaba en el campo deportivo, minutos antes de ser secuestrado y alejado de sus seres queridos.
La familia y su abogado mantienen la hipótesis de que fueron los agentes del Ministerio Público los que entregaron a Alan a sus asesinos, pero hasta el momento el gobierno de Guerrero ha protegido a los implicados en el crimen.
El cuerpo de Alan fue encontrado el pasado 16 de mayo en la comunidad de Zumpango, en una barranca ubicada detrás del nuevo Hospital General de Chilpancingo, y fue el pasado siete de junio cuando se confirmó el parentesco con sus padres, después de las pruebas de ADN practicadas al cadáver.