Los lineamientos oficiales de modificación de dicho programa, que constituye la principal vía para que los maestros incrementen sus percepciones, fueron dados a conocer recientemente pero los trabajadores de educación especial, que hoy en día representan a la delegación sindical más numerosa del magisterio en Morelos, señalaron que no se les ha informado de forma adecuada en torno a varias lagunas que aparecen en los citados documentos.
Sósimo Salazar Torres, maestro de educación especial e integrante de uno de los grupos que están en busca de la elección de delegados para el congreso seccional en el que además se habrá de elegir a la nueva dirigencia del SNTE en la sección 19, aseveró que es fundamental que los nuevos dirigentes apoyen a los maestros y traten de revertir estas modificaciones que afectan al gremio.
Expuso que el problema principal de dichos lineamientos para este subsistema es que éstos son muy ambiguos en cuanto a cómo se van a operar. “Nosotros nos están pidiendo, por ejemplo, doce niños o proyectos por cada maestro. Obviamente este modelo se asume a partir de las necesidades del Comité Ejecutivo Nacional, pero no conforme a los requerimientos de los niños con necesidades especiales de todas las regiones de la república mexicana”.
Porque, continuó, no hay formas de cómo evaluar a los maestros en cuanto a su desempeño dado que los menores que atienden tienen discapacidades diversas o múltiples, es decir, hay niños que no pueden oír, otros no ven, otros más tienen discapacidad motriz y otros tienen varias a la vez y sus grados de desarrollo no sólo dependen del trabajo que hace el docente en la escuela sino, en una importante medida, del apoyo de los padres de familia, de las condiciones en las que se encuentran en su comunidad, incluso cuando se trata de escuelas en zonas con mayor actividad rural.
Además enfatizó que es muy diferente la atención y el proceso de enseñanza aprendizaje que se puede dar cuando el maestro tiene algunos infantes a cuando atiende a un grupo, donde hay estudiantes que comúnmente se les llama regularizables, es decir, que se van adaptando a incorporarse con estudiantes con capacidades comunes.
De tal forma que no se especifica cómo los maestros que participan en el programa podrán ser promovidos o incorporados cuando la evaluación, en el puntaje, ahora tiene un peso mayor. “Sí nos perjudica porque se nos dice que se considerarán las actividades fuera del horario laboral, pero los maestros de educación especial realizamos muchas actividades fuera del aula, en preparar la clase y materiales para los alumnos, en donde la diversidad es enorme”, dijo el maestro al tiempo que recordó que ahora estos docentes también tienen a su cargo en varias escuelas a los niños con capacidades sobresalientes, los que anteriormente eran conocidos de manera popular como “superdotados”.
“Plantean que se nos darían cursos de capacitación y que se nos evaluaría la participación social, pero nosotros en este subsistema ya hacemos trabajo social con los padres de familia, y para ir a los cursos que nos dicen que se pondrán en marcha, que no digan entonces cuándo vamos a descansar si ya actualmente también dedicamos buena parte del tiempo en la labor con padres de familia, orientaciones y papeleos, porque todo el tiempo nos piden evidencias, proyectos escolares, planes anuales, diagnósticos de grupos completos en primarias para detectar niños que requieren alguna atención especial, y ese trabajo continuo que se hace no se toma en cuenta”.
Reiteró en varias ocasiones que en este caso no se puede estandarizar la labor porque hay menores que tienen trastornos en la atención y comportamiento, que no pueden estar en clase con la concentración al cien por ciento ni diez minutos y se tiene que respetar su capacidad y desarrollo, en sus tiempos. Dijo que además los maestros pueden apoyar y hacer trabajo conjunto con los maestros de primaria y de otros subsistemas, pero en los tiempos que se vayan acoplando a las posibilidades. “Ahora, no es lo mismo que nos digan cuántas horas tienes que aportar y tampoco nos establecen con claridad quién o qué instancia nos va a evaluar y cómo nos va a tomar esos tiempos”.
Mencionó que la operatividad para evaluar a los menores y el hecho de señalar que tendrá que hacerse con doce niños en promedio por maestro parece “descabellada”, pues enfatizó que incluso la norma federal actual es de atender en promedio a cinco niños por docente con características de discapacidad similar, y la realidad es que atendemos a muchos más, pero conforme a la demanda de los propios centros educativos y comunidades escolares.
Finalmente, hizo hincapié en que “las personas que acudieron a las primeras reuniones de educación especial, que, se supone, habrían de sociabilizar con otros docentes la información, no tienen claras muchas cosas. Hay lagunas por todas partes y no se nos habla con claridad, por lo que sería necesario revisar esos lineamientos y su aplicación en Morelos de acuerdo a nuestras propias condiciones de trabajo”.