Docentes e investigadores de las instituciones educativas mencionadas, así como los estudiosos que participarán en este ejercicio académico interdisciplinario, interinstitucional e internacional, han considerado que es pertinente y necesario reivindicar en nuestra época el legado teórico y ético del pensamiento de Karl Marx en los terrenos de la metodología de la ciencia, de la ciencia económica, de la filosofía política, de la antropología, de la psicología social y de la cultura en general, debido a la congruencia entre sus previsiones científicas y el curso real del desarrollo del sistema capitalista mundial, sumido hoy en una más de sus grandes crisis, múltiples y recurrentes.
Actualmente, hay un poder hegemónico mundial concentrado en los Estados Unidos y otras potencias capitalistas y sus estados, capaces de realizar intervenciones militares a discreción y usar el derecho internacional a su conveniencia, a través de organismos internacionales que ellos controlan y que paradójicamente surgieron para asegurar la paz mundial.
Este poder militar, económico, ideológico y político está al servicio de una pequeña minoría de la población del mundo, minoría ínfima constituida por los “nuevos aristócratas” propietarios de grandes consorcios internacionales de todas las ramas económicas (petróleo, armas, telecomunicaciones, agua), crecientemente integradas en grupos y asociadas a instituciones financieras globales, actualmente más poderosas que muchos estados.
Esta realidad que profundiza la desigualdad entre naciones y al interior de sus pueblos se pretende negar mediante una suerte de “discurso único”, el de la globalización de los mercados (globalización innegable, si bien profundamente excluyente), que asegura que todos los países del mundo tendrán un futuro de progreso mediante el libre comercio, la orientación de las economías al comercio internacional, la desregulación laboral nacional, el control estricto de la migración de personas y la libertad financiera absoluta.
La colaboración de los trabajadores de todos los países del mundo para la producción de la riqueza mercantil es cada día mayor (es muy difícil pensar en productos estrictamente nacionales, que no sean resultado de la división internacional del trabajo), mientras el producto de la venta de esta riqueza, más los ahorros de las clases medias y sus pensiones se concentran y multiplican por la vía del capital ficticio (categoría empleada por Marx), en las manos de unos cuantos millonarios que, según la revista Forbes, no sobrepasan el millar de individuos.
Las condiciones de vida y de trabajo de los millones y millones de trabajadores de baja calificación (en el comercio, en los servicios, por ejemplo) son cada vez más uniformes y precarias, por la presión del ejército industrial de reserva (categoría empleada por Marx), privándolos de la seguridad social, de pensiones dignas y contratos colectivos de trabajo avanzados, lo que se traduce en que las prestaciones económicas y sociales conquistadas durante el siglo pasado, y peor aún, la seguridad en el empleo, se encuentran en un deterioro alarmante.
Los esfuerzos de cambio de los pueblos del mundo se enfrentan siempre contra las fuerzas conservadoras de este verdadero imperio capitalista, como sucede ante nuestros ojos en África, el Oriente Medio, Asia y América, fuerzas capaces de destruir las fuentes de recursos de esos pueblos antes que perder el control sobre ambos, recursos y pueblos.
La irracionalidad en la explotación de los recursos naturales, atrapada por la exigencia de la lógica de la ganancia capitalista –se produce para ganar, no para satisfacer necesidades o resolver problemas sociales- amenaza la existencia de la sociedad actual e incluso del planeta, como indican los estudios sobre el calentamiento global y otras crisis ecológicas en curso.
Todos estos hechos han sido negados y sistemáticamente ocultados por la ideología dominante, ahora bajo ropajes presuntamente posmodernos, revindicando lo único y particular, y reduciendo o anulando la capacidad de comprensión de la realidad a los pueblos y muchas élites intelectuales, que terminan dominados desde el interior de sus mentes, por la vía que señalara Marx, según la cual: “las ideas dominantes de una sociedad son las ideas de las clases dominantes”.
Durante las crisis, se revela la potencialidad de acción de los pueblos dominados, tanto en países centrales como periféricos, para ofrecer alternativas globales superiores a las formas de organización social prevalecientes, a través de un uso distinto de los enormes avances alcanzados en el dominio de la técnica y de la ciencia por el propio sistema.
Considerando que no han sido superadas, sino por el contrario, ampliadas y profundizadas, las condiciones que originaron el surgimiento del pensamiento crítico de Karl Marx, un grupo de estudiosos dentro de la tradición marxista, así como de representantes de movimientos sociales de resistencia, ha convergido en este encuentro sobre las distintas formas de impacto de la crisis del capitalismo contemporáneo, desde perspectivas multidisciplinarias, bajo el auspicio de la UAEM y con una colaboración interinstitucional e internacional, con el propósito de fundar y más adelante instituir la Cátedra Karl Marx en la UAEM.
Se invita a todos los interesados en la reflexión sobre las causas de fondo de las diversas crisis del capitalismo contemporáneo, a la luz del pensamiento de Karl Marx. La entrada será libre.
En el programa se incluye la participación de, entre otros, Gilberto López y Rivas, del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH); Néstor Cohan, catedrático de Argentina; Patricia Ravelo y Sergio Sánchez, del CIESAS; Guillermo Monroy Martínez, Guillermo Monroy Ortiz, Guillermo Delahanty, de la UAEM; Marcos Águila, de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM); Carlos Fazio, articulista de La Jornada y académico de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México (UACM); José Enrique González Ruiz, de la misma institución.