Juan Correa López, representante de la Subsecretaría de Educación Media Superior en Morelos; Selva Bueno Díaz, subdirectora de Enlace Operativo de Educación Tecnológica Industrial en Morelos, y Juan de Dios Rebolledo Vélez, subdirector de Enlace Operativo de Educación Tecnológica Agropecuaria en Morelos, informaron que este fin de semana iniciaron dicho periodo de servicio más de 300 jóvenes de 19 planteles de este subsistema.
Los jóvenes pasarán en comunidades marginadas cuatro semanas, durante las que apoyarán a la formación de adultos y niños ya sea en alfabetización o en algunas otras actividades de capacitación.
“Para que un joven de nuestros planteles pueda obtener el título de técnico profesional en las diversas opciones que la Dirección General de Educación Tecnológica Agropecuaria (DGETA) y la Dirección de Educación Tecnológica Industrial (DGETI) ofrecen, es un requisito indispensable que hayan cubierto su servicio social, el cual deberá cubrir un total de 480 horas”, explicó el funcionario federal.
Los funcionarios coincidieron en señalar que de esta manera los jóvenes no sólo cumplen con un requisito, sino que se busca que aporten algo a su comunidad, a su estado y al mismo tiempo, como parte de su formación, tomen conciencia del mundo real y se vinculen con su entorno, se coordinen con diferentes instituciones, tanto públicas como privadas, para llevar a cabo el proyecto “Parte y comparte: una experiencia para crecer”.
Explicó que los prestadores de servicio vivirán y convivirán por un mes en y con las comunidades asignadas en las que llevarán a cabo actividades diferentes.
Entre ellas, apoyar a niños para reforzar sus estudios, especialmente en las materias de matemáticas y español; concientizarlos de sus derechos y obligaciones, del cuidado del medio ambiente y la ecología y del desarrollo de valores, a través de dinámicas y juegos.
Además, habrán de promover que en las comunidades se atiendan temas de higiene y salud. Con los jóvenes, deberán promover actividades deportivas, apoyarlos en el uso de las tecnologías, en la medida que la comunidad cuente con los recursos necesarios.
La labor que habrán de realizar con los adultos es impartir cursos de alfabetización, desarrollo educativo, acondicionamiento físico e higiene y salud; capacitar a la población en algún oficio, manualidades y preparación de alimentos.
Juan Correa López expuso que los citados alumnos fueron capacitados con anterioridad y se les supervisa cada 8 ó 15 días, según sea el caso; sin embargo, al encontrarse fuera de su entorno, al ser ellos quienes están al frente del proyecto, habrán de incrementar su responsabilidad, y esta estrategia les ayudará a reforzar habilidades y valores, tales como trabajo en equipo, apoyar a las personas que los rodean y compartir con ellas, desarrollar el ingenio para concluir con éxito una actividad a pesar de la falta de recursos, entre otras. “Este aprendizaje es mutuo, ya que tanto los estudiantes como las personas de la comunidad enriquecen sus conocimientos con el intercambio de experiencias.
Asimismo, nuestros jóvenes adquirirán una fortaleza y un aprendizaje, que les permite conocer una realidad diferente del país, en la que en algunas ocasiones tendrán que vivir sin la tecnología a la que están acostumbrados, olvidarse del egoísmo propio de esa edad y conocer las carencias y necesidades que sufren otras personas. Esto contribuye a su desarrollo como seres humanos concientes y capaces, que redundará en un beneficio para su vida futura”.