Aunque sé que esto puede no corresponderme no puedo evitar hacer un comentario. El 8 de marzo, Día internacional de la mujer.
El otro día vi un post que me dejó pensando. Decía que no hay que felicitar a las mujeres por este día y me surgió la duda: ¿realmente no hay que felicitarlas?
Claramente, hoy más que ser un día de fiesta es un día de luto, un día de ira y de decepción contra este país, contra esta sociedad y contra este mundo que nos tocó vivir. Es un día en el que, a aquellas que les corresponde, salen a reclamar lo que les pertenece: seguridad, respeto y lo más importante de todo, una vida digna. Y de la misma manera que levantas la voz cuando no te escuchan, ellas tienen el derecho de alzar su canto, su voz y su fuerza para que el resto de la sociedad haga lo mínimo: escuchar.
Es por eso que un movimiento que pide libertad y democracia destruye los mismos monumentos que dictan que estos derechos ya fueron dados.
Tristemente, esta lucha no ha sido fácil. Como decía Sor Juana, los hombres necios se niegan a escuchar las razones y es por esto que los problemas no han hecho más que agravarse. La estupidez se convierte en un pensamiento falaz, el cual se transforma en una malcomprención de las acciones, que eventualmente se convierte en miedo, miedo por la verdad. Miedo por afrontar la triste realidad que miles de mujeres han sido víctimas de un crimen de odio citado por una infinidad de medios y que te niegas a entender: feminicidio. Personas asesinadas a sangre fría por la misma razón por la cual los Nazis asesinaban judíos. Sin embargo, la victoria nace de este miedo. Y esto lo puedo afirmar sin miedo a equivocarme, sin miedo no hay cambio y un cambio es lo que está por comenzar. El día que la lista de mujeres víctimas deje de parecer lista del registro civil y termine por no ser mayor a cero se acerca, aunque ahora parezca lejano. Hombres tengan miedo pues las mujeres se acercan, tomarán las calles y si tienes suerte podrás ver el mundo con ellas.
Es por esto que mi indignación no es más grande que mi orgullo. El orgullo de poder decir que estas mujeres tan chingonas representan a mi país, que son estas mujeres las que están trayendo el cambio. Por esto no puedo hacer más que felicitarlas por su lucha insaciable, por su terquedad por un cambio, por sus ideales inquebrantables y por darle miedo a la gente que está a cargo.
Con todo esto dicho, solo me queda algo que decir: ¡felicidades por su lucha! El día del cambio está cerca y su lucha y la lucha de todas las que no están aquí es un punto de inflexión y no será omitido en la Historia.