En cada escena que nos relata la arquitectura se encuentra un gran arquitecto y detrás de él existe aún mejor otro arquitecto o más bien a un costado.
Hoy tocaremos el tema de la colaboración en la arquitectura y un poco sobre una de las colaboraciones más simbólicas del siglo pasado.
La colaboración es una forma de desempeñar una labor, la cual se trabaja en conjunto, ya sea con una persona o grupo de ellas, para desarrollar un encargo específico, en este caso la arquitectura. La colaboración es de suma importancia en todas las disciplinas. El significado que se le atribuye a una obra de colaboración es mayor a la que uno puede otorgar cuando hace algo por sí solo. El trabajo en equipo perfecciona los procesos creativos y por ende da mejores resultados.
Personalmente, hay una colaboración que ha sido simbólica para la arquitectura de nuestros tiempos, el aclamado proyecto de Jonas Salk Institute for Biological Studies de La Jolla, California (1959-65), encargo que se le atribuye al arquitecto estadounidense Louis Isadore Kahn (1901-1974) que además destaca como una de sus obras más representativas. Una plaza vacía de mármol travertino que enmarca el horizonte del océano delimitado en sus costados por una serie de edificios de concreto aparente que hacen juego con los contrastes de su desplante. Esta escena sería muy diferente si no hubiese intervenido puntualmente el arquitecto mexicano Luis Barragán (1902-1988). En un principio Kahn visualizaba el conjunto con una especie de bosque a modo de oasis relajante, una zona de descanso al aire libre para esparcimiento o reuniones informales de los investigadores. En el proceso existieron diferentes bocetos que reforzaban este espacio de vegetación exuberante como lo muestra la imagen 1. Sin embargo, Kahn no estaba convencido del resultado y fue así que el 19 de enero de 1965 telefoneo y escribió una carta a Luis Barragán que decía, “Estoy muy impresionado con su trabajo en el Museo de Arte Moderno, el folleto de Arquitectura del Paisaje, y siento que su orientación será de importancia para el desarrollo del terreno interior del Instituto Salk.”
Debido al escaso conocimiento del idioma inglés por parte de Barragán, no pudo entender a su interlocutor. Fue hasta semanas después cuando Barragán recibió la carta junto con un libro de las obras de Kahn. Al comprender al autor, Barragán respondió con otra carta, “Conozco su trabajo desde hace años a través de publicaciones y lo admiro sinceramente… En otras palabras: considero cualquier colaboración con Ud. como un gran honor.”
Sin más preámbulos, en 1965 Kahn visito México para conocer las obras de Barragán y así poder discutir a fondo la intervención del Salk Institute.
La aportación de Barragán a la obra del Salk Institute no fue simplemente verbal, sino que se materializó en una perspectiva central dibujada a mano alzada, que representa una propuesta minimalista.
La intervención de Barragán fue totalmente profesional, tanto así que Kahn pago sus honorarios como si se tratase de cualquier asesoría profesional y tras este trabajo en equipo Louis Kahn pudo materializar una de sus obras que lo hicieron trascender en la historia de la arquitectura.
La colaboración hoy en día es primordial y más en estos tiempos de pandemia, donde la colaboración es casi obligatoria por el aislamiento social, pero también por la importancia de la mezcla de ideas y el perfeccionamiento en los resultados finales.
TOMADA DE: LA WEB, https://www.sandiegouniontribune.com/business/biotech/story/2019-11-04/salk-institute-donors-give-89-million
FOTOGRAFÍA: Plaza del Salk Institute en La Jolla, California. (Salk Institute)