Tras la muerte de la modelo Isabelle Caro que fue ícono en la lucha contra la anorexia, el debate del tema recobró fuerza.
Entrevistada al respecto, la especialista del IMSS expuso que la anorexia y la bulimia “son producto de múltiples factores que pueden incluir trastornos emocionales y de la personalidad, así como presiones familiares, una posible sensibilidad genética o biológica y el vivir en una sociedad en la cual hay oferta promisoria de comida y una obsesión por la delgadez. Esta idea de la estética transmite a los jóvenes sistemas de valores que se basan en el "buen look" y el problema es que puede derivar en una adicción por la delgadez del cuerpo y producir enfermedades. Cierto es que esta estética, esta moda, es sólo un disparador que afecta negativamente a algunos jóvenes con problemas familiares y con desajustes de personalidad”.
Señaló que “no es cierto que los jóvenes anoréxicos no sientan hambre; al contrario, la reprimen por el pavor que tienen a la obesidad. Estos jóvenes rechazan en forma contundente el mantener un peso corporal por encima de los valores mínimos aceptables para una determinada edad y talla. "El miedo que experimentan hacia la obesidad los lleva hasta la inanición y a la pérdida progresiva de peso. Y lo más grave es que no tienen conciencia de su enfermedad". Los anoréxicos llegan a perder por lo menos el 15% de su peso corporal y en casos extremos hasta el 60%, lo que puede ocasionar la muerte”.
Refirió que, conforme a varios estudios, el trastorno puede clasificarse en las etapas primaria y secundaria. Entre sus características, se pueden observar las siguientes: perfeccionismo, obsesión, dependencia, obediencia, sobresalir en los estudios, experimentación de sentimientos de bajo amor propio (autoestima), creencia irracional de que se está gordo sin importar que se esté delgado, carencia de dominio sobre la vida personal, extrema rigidez en el control del apetito, negación del riesgo que implica el bajo peso.
Mencionó que es importante que los padres de familia observen la conducta de hijos e hijas y acudan al médico, pues puede tener varias secuelas, y entre las manifestaciones clínicas se encuentran: “desnutrición, deshidratación, hipotermia (baja temperatura corporal), disminución de la presión arterial y de la frecuencia cardiaca, amenorrea, suspensión de la menstruación, deficiencia de calcio (puede causar osteoporosis)”.
Además, una persona con anorexia presenta generalmente deficiencias de otros minerales como zinc, magnesio y potasio, y depresión.
En torno a la bulimia, la nutrióloga del IMSS explicó que “la palabra bulimia proviene del griego y significa "hambre de buey". Generalmente se presenta entre los 18 y 28 años de edad. Al igual que en la anorexia, el 95% de los pacientes bulímicos son mujeres.
Este trastorno se caracteriza por la ingestión rápida de gran cantidad de alimentos, la culpabilidad provocada por el abuso al comer y la autoinducción al vómito, la utilización en forma indiscriminada de laxantes y diuréticos y el ejercicio excesivo debido a que estos jóvenes tienen pavor a subir de peso. También es característico que durante mucho tiempo ellos nieguen estas conductas.
Según datos del Instituto Nacional de Nutrición, en muchos países la frecuencia de la bulimia es mayor que la de la anorexia nervosa, pero en México tampoco se tienen cifras sobre la incidencia de este trastorno debido a que aun cuando se han aplicado cuestionarios entre la población de riesgo, se esconden los síntomas.
Las características en este caso, indicó, son las siguientes: el paciente puede mostrarse “conflictivo, impulsivo y poco tolerante a las presiones, ingiere gran cantidad de comida (de alto contenido energético), después de los atracones vacía el estómago con purgas y vómitos, combina orgías alimenticias con dietas severas, le aterra comer debido a las calorías, pero consume alimentos de manera voraz, después de comer siente culpa y vergüenza, oculta el hábito de vomitar con diversas tácticas”.
Mencionó que las manifestaciones clínicas de la bulimia, que puede ser en muchos casos el antepaso a la anorexia, son la “disminución de los electrolitos (sodio y potasio), amenorrea (puede haberla o no), "Cara de ardilla" (aumento de las glándulas parótidas, submaxilares y submandibulares), erosión del esmalte dental, ruptura esofágica y desarrollo de úlceras, arritmia cardiaca (por el abuso de medicamentos para el vómito)”.
La nutrióloga alertó que “los jóvenes que padecen anorexia o bulimia requieren de un tratamiento integral en el que debe participar un equipo de especialistas como nutriólogos, psicoanalistas y médicos o endocrinólogos, además de la familia. La participación de ésta es fundamental, ya que los aspectos familiares son muchas veces la causa de estos trastornos. Si algún joven sospecha que puede padecer este tipo de problemas, debe recurrir a alguna instancia de salud pública o privada y evitar a tiempo el infierno dantesco que hacen vivir la anorexia nervosa y la bulimia”.