Sociedad
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La ciudad post covid-19

TXT Arq. Víctor Hugo Wido Martínez
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En diciembre del año 2019 se detectó al paciente cero del nuevo coronavirus llamado covid-19, en la ciudad de Wuhan, China. A más de cuatro meses de su aparición los gobiernos y la sociedad civil han comenzado a cuestionarse sobre el futuro próximo ¿Cómo serán las ciudades que habitamos? ¿Cuáles son las nuevas acciones que se impondrán para la convivencia social? ¿Qué debemos hacer con la ciudad informal y el covid-19?

Claramente lo ocurrido con la pandemia tiene una condición de emergencia, pero la emergencia más obvia, que es la sanitaria o ambiental, tiene como premisa en todas sus recomendaciones disminuir la velocidad de propagación del virus a partir del distanciamiento social, como lo comenté en el artículo pasado.

Este hecho puede ser relativamente fácil para una familia de clase media o alta, pero dichas prácticas de aislamiento social son imposibles de cumplir en el asentamiento informal.

El desafío de enfrentar una emergencia sanitaria o ambiental, entendida como los cuatro elementos agua, aire, tierra y fuego, son desafíos que a través de la historia se han tratado de manera diferente.

Entendamos, por ejemplo, el elemento “tierra” como un sismo, este fenómeno se enfrentó de una manera diferente a la que se puede tratar el elemento “aire”, entendido ahora como la pandemia covid-19.

A lo anterior también podemos sumar una segunda emergencia, que es la social político-económica. Recientemente ya ha habido un par de editoriales de la prensa mundial, tal como The Guardian, asociando a un posible estallido social por las actuales medidas de restricción y de cuarentena que se están aplicando para enfrentar esta crisis sanitaria, pero asimismo ha nacido una especie de dilema ¿qué hacer?

Responder a la crisis sanitaria o a la económica, claramente estas dos forman parte de la complejidad del problema. La emergencia sociopolítica no debe ser tratada por separado, al contrario, tenemos que estudiarlos como una misma.

Esta forma de emergencia, viéndola como elemento “aire”, es un nuevo acontecimiento que hemos enfrentado, de un carácter totalmente diferente a las pandemias anteriores.

Hoy por hoy contamos con una amenaza ubicua; probablemente esta crisis asociada al aire tiene unas manifestaciones a escalas muy distintas

Es por lo pronto lo que le falta al cuerpo, por ser un virus asociado al sistema respiratorio, por lo que hay una especie de pánico en la sociedad, y esto es  relacionado probablemente a la invisibilidad de la enfermedad.

El aire no tiene borde, un límite visible, como sucede con otras amenazas como el sismo, donde claramente apreciamos un lugar de resguardo, cosa que no sucede con esta crisis ambiental.

Por otro lado, la inexistencia de aire entendido como espacio, donde los gobiernos nos piden aislamiento social y vivimos en los asentamientos informales en condiciones de hacinamiento, esto claramente hace imposible el distanciamiento físico.

El hacinamiento no hace viable el distanciamiento social, conservar una “sana distancia” en un espacio de 50 metros cuadrados donde habitan más de 10 personas, es absurdo. O peor aún, mantener el aseo: si hay agua corriente en la “ciudad formal”, vista como una vivienda digna con servicios básicos, es totalmente normal efectuarla, pero en la “ciudad informal”, vista como una vivienda precaria, es inverosímil aplicarla.

En suma, una de las soluciones más efectivas en este tipo de emergencias sanitarias o ambientales, es sin duda ver a la “vivienda como vacuna”.

Pero, no todo son malas noticias, después de una gran tormenta viene la calma y las oportunidades, ¿Qué tienen en común los desastres naturales y el estallido social? Las ventanas de oportunidad, y sí, después de los desastres nos reformulamos la forma de vivir.

En esta etapa se asocia una alta disposición de la sociedad civil para tomar medidas extraordinarias que en circunstancias normales difícilmente se pueden tomar, como por ejemplo el sismo del 19 de septiembre del 2017 en México, donde la localidad de Jojutla, Morelos, una de las más afectadas e históricas de la región, reestructuró todo un plan de desarrollo urbano con un crecimiento ordenado de más de 900 mdp en su reconstrucción, llamado “Plan Nuevo Jojutla”. Anteriormente, en esta región era casi imposible que la sociedad aceptara algún tipo de cambio en su perfil urbano.

En conclusión y viéndolo de una forma optimista, después de la pandemia tendremos una gran oportunidad, principalmente en el contexto latinoamericano.

 

 

 

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