En una reunión con lectores adolescentes de mi obra, uno de ellos (después varios en otras reuniones), me preguntó acerca del tema, de si yo lo había padecido y cómo lograba salir de ello. Me sorprendió porque las preguntas eran casi afirmaciones y porque se trataba de jóvenes entre 15 y 18 años. Al parecer, sabían que el bloqueo existe y es un hecho del que nadie se salva.
No estoy seguro de que mi respuesta dejara satisfecho a nadie, no solo por sus caras de incertidumbre, sino porque a mí mismo me parecieron simples mis palabras. Además, como había otras preguntas, cualquier profundidad sobre el tema debió quedar para la posteridad, que ahora ha llegado.
“Yo nunca he tenido bloqueo creativo ni miedo a la hoja en blanco, no sé lo que se siente ni de qué se trata”, fue mi respuesta y creo que lo será siempre. Ahora mis argumentos:
Mi vida antes de la literatura, en mi adolescencia, no era sencilla ni serena. Trabajaba desde pequeño, pues en mi casa no abundaba el dinero y yo quería comprarme una bicicleta, dulces, alguna ropa o ir al cine, como lo desea cualquiera.
Entre los 15 y los 18 años ejercí varios oficios: vendedor de casa en casa, vendedor de perfumes, vendedor en tianguis de pulgas; también hacía mis playeras en batik y collares, entre otras cosas, y las vendía. Igual lavaba autos o ayudaba a personas a hacer algo o vendía mis pertenencias.
Incluso cuando entré a la universidad esas actividades no cesaron, pues tenía la costumbre de comer a diario y dormir calientito y salir a pasear a algún lado. Fue una temporada intensa y no recuerdo cómo, pero trabajé en varios supermercados como fuerza obrera mal pagada. Era lo que había.
Yo venía de Civac, donde la vida tampoco era tan fácil, y pretendía trascender mi realidad a través del arte. Estudié lo mejor que pude y a pesar de ello debí darme de baja un año, pues no lograba llegar a fin de mes sin deudas ni preocupaciones, que no me dejaban leer a gusto.
Un vuelco importante ocurrió cuando decidí ganar dinero cantando en la calle. Compré una guitarra, un libro de acordes de El Tri y allá voy. Hice eso durante cinco años. Ese nuevo oficio me permitió una mayor libertad, mejor ingreso y la satisfacción de vivir de un arte (música) mientras estudiaba otro (literatura).
Mi primera biblioteca personal comenzó hasta que tenía ya 22 años. Gracias a un breve apoyo de mi madre pude comenzar a comprar libros y a guardarlos en casa (antes de eso, los leía y los revendía). Leía mucho más, pero también trabajaba intensamente.
—Pero, entonces, señor Zetina, ¿cuándo escribía?
—En la noche o muy de mañana, entre las 6 y las 8 am. Me refiero a mi obra literaria, porque por las tardes, después de la escuela, lo que hacía eran las tareas diarias.
Meses después de que me gradué comencé a dar clases y renté un cuarto muy bonito. Ahí compré mi primera computadora. Ahí comencé a organizar mis archivos, pasé todo lo escrito a mano a Word y me planteé escribir con toda la frecuencia que pudiera. Y así lo he hecho desde entonces.
Creo haber aprovechado cada momento para escribir, no me debo nada. Y cuando me siento frente al teclado nunca he padecido la cosa rara esa del bloqueo, ¿cómo podría bloquearme para hacer lo que más me gusta en la vida? ¿Cómo quejarme si hago lo que amo y le dedico mucho tiempo? ¿Por qué habría de dejar de escribir si tengo tanto que decir y he estudiado cómo hacerlo por casi dos décadas?
Es obvio que por estas circunstancias no solo no lo he vivido, sino que ni siquiera puedo comprender lo que es el bloqueo. Escucho que a otros les ocurre y me pregunto: ¿eso qué es? Quizás se trata, como en las alergias: una vez escuché que si no sabía lo que eran, nunca me daría una, pero esto ya debe ser una comparación absurda. El día en que me quede sin saber qué escribir, me retiro. Mientras tanto, escribiré tanto como pueda, cada día, hasta el final.
Los invito a sumarse a mi nuevo “Taller literario matutino y a distancia”, todos los viernes de 10 a 1 horas, tú desde tu casa o trabajo y yo desde la mía. Informes: Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.