Con los colores del otoño llega una de las festividades de mayor arraigo en Morelos, la celebración de Día de Muertos. En los mercados van apareciendo los panes tradicionales, el dulce de calabaza, los alfeñiques de azúcar, las calaveras y los dulces de pepita.
En el mercado Adolfo López Mateos, en Cuernavaca, todavía podemos encontrar por estas fechas un par de puestos que ofrecen las tradicionales frutitas elaboradas con el dulce de pepita, esta especie de mazapán en la que se utilizan las semillas de la calabaza y que resulta tan exquisito.
El origen del dulce de pepita, según el historiador Edmundo Escamilla, QEPD, surgió en el convento de Jesús María en la Ciudad de México y forma parte del legado gastronómico de la época virreinal. El lugar se fundó con diez monjas del convento de las Convencionistas, primer convento que existió en la Nueva España. Abrió sus puertas para recibir a las jóvenes descendientes de los conquistadores que no contaban con una dote para casarse o para tomar los hábitos.
Así que para rescatarlas de elegir una vida de prostitución, se les recibía en el convento.
El convento de Jesús María contaba con la protección del rey Felipe II, prueba de ello es el escudo real que se conserva hasta nuestros días como parte de la fachada.
Poco después de que el rey empezara a enviar donativos al convento, las monjas recibieron a una niña, Micaela de los Ángeles. Se decía entonces que era la hija ilegítima del rey y que por esa razón había sido enviada a la Nueva España.
La niña gozaba de muchos privilegios y requería de especial atención ya que desde muy pequeña dio muestras de demencia. Para las monjas era difícil atenderla por qué la niña se negaba a comer y solo comía mazapanes.
Las almendras que se requerían para la elaboración del dulce de mazapán no se podían importar y cuenta la leyenda que en la cocina del convento surgió la idea de sustituir las almendras por las pepitas de calabaza, ya que al quitarles la capa verde que las cubre quedan blancas y parecen una variedad de almendra de muy buen sabor. Surgió así el dulce de pepita de calabaza, el mazapán mexicano que hoy en día forma parte de la confitería tradicional mexicana.
DULCE DE PEPITA DE CALABAZA
También reciben el nombre de mazapanes de pepita. Con el dulce podemos elaborar figuras o el tradicional jamoncillo de pepita, que tiene una franja roja y se empaca en papel celofán. Su tiempo de vida en anaquel es de aproximadamente seis meses.
INGREDIENTES:
2 tazas de agua.
3 tazas de pepita de calabaza ya peladas y sin sal.
750 mls. de leche entera de vaca.
300 grs. de azúcar estándar.
Media cucharadita de esencia de vainilla.
Cazo de cobre.
Pala de madera.
PROCEDIMIENTO: En el cazo de cobre poner a calentar el agua. Al soltar el hervor agregar las pepitas, dejarlas unos tres minutos y sacarlas del agua, frotarlas con los dedos para retirar la piel verde, reservar.
Moler las pepitas en la licuadora e ir agregando media taza de leche, reservar. En el cazo de cobre poner a hervir el resto de la leche, azúcar y vainilla. Al soltar el hervor agregar las pepitas molidas. Mover constantemente y cuando la mezcla va tomando una consistencia espesa y se logra ver el fondo del cazo, retirar del fuego.
Seguir moviendo la mezcla hasta entibiar y vaciar en charola extendida o en una superficie plana. Pintar con colores para hacer las frutitas o para hacer las barritas de jamoncillo; pintar un 20 por ciento de la mezcla color rojo y vaciarla sobre el resto. Extender con el rodillo ligeramente húmedo y una vez listo cortar los cuadros. Empacar en papel celofán.