El proyecto de Pueblos Mágicos en México promueve la gastronomía, arquitectura, vegetación y formas propias de vivir de las comunidades con tal categoría, pero también afecta la cultura y genera cambios en los habitantes de estos pueblos, como la necesidad de migración, señaló María Cristina Saldaña Fernández, profesora investigadora del Centro de Investigación en Biodiversidad y Conservación (CIByC) de la Universidad Autónoma del Estado de Morelos (UAEM).
La especialista en cultura y conservación de la naturaleza, ritual y migración, informó que desde hace años trabaja en un proyecto en la comunidad de Tepoztlán, Morelos, respecto de la difusión extrema de sus tradiciones, lo que –dijo- ha generado distintas problemáticas a las comunidades tradicionales en diferentes aspectos.
“El desplazamiento de la población local por la presencia de personas de fuera se puede presentar en dos dinámicas; una es por los turistas que llegan de visita y otra quienes llegan a vivir a la zona; Tepoztlán es un lugar muy bello y hay interés de personas foráneas por establecerse ahí, generalmente son casas de fin de semana, lo que provoca una limitación para la comunidad local”, dijo Saldaña Fernández.
Señaló que desde el año 2000 se ha puesto atención en las comunidades tradicionales del país considerados pueblos mágicos, donde se ha promocionado su carácter turístico principalmente, sin observar los cambios que provoca la presencia del turismo, pues afecta de muchas formas la manera de convivir entre los habitantes, desde su alimentación hasta su cosmovisión.
El programa de pueblos mágicos, reconoció, ha sido muy exitoso, sin embargo, no existe una distribución adecuada para la población en general, “hace falta tomar conciencia de la importancia que tiene para la gente de la localidad conservar sus espacios”, dijo.
Cristina Saldaña explicó que generalmente en las áreas de mayor diversidad biológica del país están asentadas comunidades indígenas, como el caso de Tepoztlán, por ello destacó la importancia de la conservación del patrimonio biocultural.
Agregó que otras de las repercusiones es que los propios habitantes no pueden disfrutar de los espacios de la región, además de que hay encarecimiento de los productos básicos, el desplazamiento de huertos tradicionales, entre otros, lo que pone en riesgo su patrimonio biocultural.
Además de la conservación de la diversidad natural también se debe de considerar la conservación de la cultura, dijo la investigadora del CIByC al señalar que “actualmente se encuentra ante dificultades por cuestiones como el consumo, cambios en la alimentación, necesidad de migración, etcétera”, situaciones que son temas de investigación social y de conservación de patrimonio biocultural.