Recuerdo ese sueño en un campo de rosas. El aroma me embriagaba como abeja a la miel, caminaba entre cientos de rosas perfumadas hasta sentirme atrapada entre rosales. Y el sueño se hizo realidad en uno de los invernaderos de Temixco. De repente allí estaba yo, con la cámara en las manos y entonces sentí miedo de no encontrarte nunca más, una lágrima rodó por mi mejilla, y sentí un suave pétalo tratándome de quitar la lágrima, con los ojos cerrados percibí la fría atmosfera que me rodeaba del plantío, y después un poco de calor, y sentí tus brazos rodeándome, y susurrándome que nunca me dejarías. Y aun no salía el sol. Las rosas, blancas, rosas, amarillas, anaranjadas, estaban listas para ser cortadas, Celebrando nuestra unión.
Para L.M. Mis padres y hermanos.
Agradecimientos a Jesús Anaya y familia.