Un día de los muchos que viajo en el transporte público, coincidió que tuviera mi cámara a la mano; así que capturé todo lo que había a mi alrededor y llegué a casa a mostrárselo con mucho entusiasmo a mi novia.
Dicho entusiasmo se esfumó cuando en una de las fotografías pude observar que el operador de la ruta acariciaba la mano de una chica mientras ésta le pagaba. Para mí fue algo sorpresivo pero para mi novia fue algo común e incluso inocente el que yo no me haya dado cuenta antes, ya que se trata de algo del día a día. A partir de esto, dirigí la mirada hacia la diferencia que existe entre el contacto hacia las mujeres y hacia los hombres dentro de la vida rutinaria en el transporte público.