En una casita forrada por carrizos de palma vive don Lino, en Cuentepec, parte del municipio de Temixco, comunidad indígena que se caracteriza por conservar con fervor sus tradiciones, entre ellas su lengua el náhuatl.
Con más de 95 años de edad, Don Lino se levanta cada madrugada con gran entusiasmo por emprender su día a día, sale a su pequeño patio, se pone cómodo sobre unos costales bajo las sombras de sus árboles y ahí se prepara para hacer arte: hora tras hora sus manos se entrelazan con la palma la cual extiende sutilmente, para darle poco a poco forma de hermosas canastas. Mientras sus mascotas son testigos de su gran esfuerzo, él va formando palizas de carrizo y techos con la caña; y así expresa su pasión por la Cestería, un oficio que ama y ha heredado generación tras generación a sus nietos.
Así como Don Lino, quien deja su vida en el trabajo, existen muchos artesanos que dedican todo su tiempo a la creación de sus productos con la intención de poder venderlos a un precio justo por todo el esfuerzo que hay detrás de una artesanía. Muchos de estos artesanos ya no tienen la suficiente fuerza para seguir con sus oficios pues la vejez es algo que nos alcanza a todos, pero las ganas de vivir permanecen.