Fotografías de gran tamaño de mujeres desnudas o de cuerpos destrozados y llenos de sangre hoy se exhiben libremente por las calles, aún en lugares de alta concentración de niños, como a las salida de las escuelas, algo que se pretendía evitar con la iniciativa de ley rechazada por más de 16 legisladores locales y que contemplaba que ese tipo de materiales dañinos se comercializan con una cubierta que impidiera a los menores ver su contenido.
Los legisladores no tomaron en cuenta el interés social que se pretendía resguardar y pusieron por encima sus intereses personales (aún a costa de exhibir su apoyo a actos tan deleznables como la exhibición abierta de pornografía) al rechazar la iniciativa de ley bajo argumentos que ya habían sido argumentados desde el mismo proyecto de ley, que no impediría la libre circulación de los medios de comunicación impreso sino sólo restringiría el acceso de niños y jóvenes a contenidos violentos o de sexualidad explícita.