Destacó que al inicio del sexenio, las quejas de prestadores de servicio y proveedores eran múltiples, los viejos esquemas sustentados en sistemas y equipos obsoletos, acompañados de la ausencia total de vocación por la prestación del servicio público, convertían cualquier proceso en un asunto interminable, aseguró.
Para cobrar una factura había que esperar meses y ello era objeto de enojo de proveedores que no recuperaban su inversión para reabastecerse y ello ahuyentaba incluso el interés por tratar con la administración pública, explicó el funcionario.
En estos primeros cinco años, dijo Olguín Rosas, se han eliminado requisitos para todo tipo de trámites, adquirido nuevos sistemas de cómputo y programas más ágiles, capacitado al personal y mejorado la mayor parte de las oficinas gubernamentales en las que se atiende al público.
Podemos decir que la respuesta a cualquier petición ciudadana se ha reducido en tiempo en más de un 80%. Un ejemplo de esta modernidad lo representa el Instituto del Registro Público de la Propiedad y el Comercio, o el Registro Civil, donde en un día se consigue lo que no se obtenía en dos meses.
El área de nómina, abundó, es un complejo sistema en donde anteriormente, cualquier alta o baja requería de dos o tres meses, alguien que entraba por primera vez a laborar a Gobierno, tardaba cinco o seis quincenas para cobrar. Ahora lo puede hacer en la siguiente por la agilidad de los procesos, aunque reconoció que el rubro de sistemas necesita todavía de una importante inversión, que se espera se concrete el año entrante.