Era una entrevista, pero antes de admitir la primera pregunta Porfirio Muñoz Ledo (Ciudad de México, 1933) señaló la ventana de su oficina en dirección al Zócalo, la gigantesca plancha de 46.000 metros cuadrados en el corazón de la Ciudad de México. “¿Sabes por qué se llama Plaza de la Constitución?”, inquirió. Muñoz Ledo, uno de los referentes principales de la izquierda en México, explicó que el espacio adoptó su nombre en honor de la Constitución de Cádiz de 1812, la primera en reconocer los derechos y establecer las garantías de los mexicanos, que en ese entonces ya libraban la Guerra de Independencia contra la corona española.
Muñoz Ledo, un expriísta fundador del PRD junto con Cuauhtémoc Cárdenas curtido en cientos de batallas políticas, encabeza una nueva empresa. El jefe de Gobierno de la Ciudad de México, Miguel Ángel Mancera, lo ha responsabilizado del grupo de 28 notables que están redactando la primera carta magna de la capital. “Esta será la primera gran Constitución del siglo XXI”, señala.
El Pacto por México, el gran acuerdo firmado en 2012 entre los tres principales partidos del país, allanó el camino a uno de los más antiguos reclamos del PRD: la reforma política del Distrito Federal que permitiría a la capital, bastión de la izquierda desde 1997, dejar de ser una agencia de la federación. Los jefes de Gobierno anteriores, Andrés Manuel López Obrador y Marcelo Ebrard, se habían topado con pared en su intento por aprobarla. La buena relación de Mancera con Peña Nieto y el respaldo que el PRD dio a las reformas educativa, fiscal, política y de telecomunicaciones del PRI permitieron que fuera vista con buenos ojos. “Ya podemos dictar nuestra propia Constitución, la Ciudad tiene las mismas facultades y derechos que el resto de los Estados porque antes estaban disminuidos”, dice Muñoz Ledo.
El texto de la Constitución, cuyo borrador completo “no existirá antes de mayo”, estará cargado a la izquierda. El grupo de escribanos, compuesto por políticos, activistas, académicos, juristas y escritores como Juan Villoro y Guadalupe Loaeza, ya ha terminado el primer bloque del documento, sobre derechos humanos. En esa primera parte se protegen las victorias que ha conseguido la izquierda en la ciudad, como la despenalización del aborto y el matrimonio homosexual.
Porfirio Muñoz Ledo, fotografiado en su oficina en la Ciudad de México. Saúl Ruiz
Muñoz Ledo se imagina una Ciudad de México jurídicamente parecida a Berlín y Buenos Aires, que son Estados-ciudad. El proyecto contempla cobrar al Gobierno una cuota de capitalidad “por los servicios que damos a las agencias federales y sedes diplomáticas. Cambiamos la relación de súbdito a anfitrión”. También convertirán las actuales delegaciones en alcaldías y pretenden crear contrapesos a los jefes delegacionales con concejos de 10 ó 15 personas para dar entrada “a la pluralidad política”. Muñoz Ledo no descarta que estás demarcaciones se multipliquen en el futuro para hacer más gobernable una ciudad de 8,8 millones de personas (la población aumenta a 22 millones si se suma la zona metropolitana). “Hay delegaciones de tres millones de personas, pero en mi criterio deberían ser de máximo 500.000. Habrá que recuperar barrios y pueblos originarios. Después de 2018 se decidirá si el número de alcaldías crece”.
El proyecto de Constitución, confirma Muñoz Ledo, incluirá la revocación de mandato, un instrumento para que se pueda votar la continuidad de autoridades locales. Miguel Ángel Mancera tiene un índice de aprobación de 24% después de tres años en el gobierno, según una encuesta reciente. Su cargo, sin embargo, no será sometido a este ejercicio.
El PRI, por tradición y de modo previsible, querrá limitar la autonomía de la Ciudad de México, el PAN querrá acendrar los temas ideológicos
En junio será votada la Asamblea Constituyente que discutirá el proyecto. Estará compuesta por 100 miembros, 60 elegidos en las urnas y 40 designados por el presidente Enrique Peña Nieto (6), Miguel Ángel Mancera (6) y el Congreso federal (28). Muñoz Ledo avizora un “fuerte debate” para defender la Constitución. Por un lado, se enfrentarán al PRI. “Por tradición y de modo previsible querrán limitar nuestras formas de autonomía”, apunta. El otro frente lo abrirá la derecha católica del Partido Acción Nacional (PAN), que tiene fuerza en la capital. “Querrán acendrar los temas ideológicos y echar abajo legislación progresista”, agrega. “Quiero ver cómo me echan abajo legislación ya decretada, pero no nos van a ganar”, reta.
Es una incógnita, sin embargo, si el ex jefe de Gobierno, Andrés Manuel López Obrador que se distanció del PRD, será aliado u obstáculo en la discusión. Su partido, Morena, amenaza la hegemonía del PRD en la capital. “Su voz se está escuchando, en las cuestiones fundamentales será aliado”, dice Muñoz Ledo, quien es también miembro del consejo consultivo de Morena y que mantiene una buena relación con el otro polo de la izquierda rota, el que encabeza el tres veces candidato presidencial Cuauhtémoc Cárdenas. A sus 82 años, Muñoz Ledo deberá afinar sus mejores instintos para librar una de sus últimas batallas políticas.
Con Información de El País