En una clase aquí en México nos presentaron un elemento químico entonces ahí empecé a tomar los libros de mi papá cuando estaba en prepa, y en secundaria y comencé a hojearlos. Me gusta la bioquímica, todas las reacciones químicas se coordinan dentro de los seres vivos”, comenta Carlos durante entrevista para Grupo Imagen Multimedia.
Carlos aprendió a leer a los tres años de edad y casi de manera empírica.
Lo veía estudiar y cuestionarme cosas intangibles, como el universo, la historia de la Tierra. Cuando llegó a la química la base se volvió muy rápido, me di cuenta que sí eran conocimientos no fáciles de asimilar, como lo es bioquímica que es una ciencia muy especial”, señala Fabián Santamaría, padre del niño genio.
Mientras que Arcelia Díaz, su madre, afirma “lo hemos hecho porque él lo ha pedido, nunca ha sido de que a ver yo te lo doy porque lo tienes que leer”.
En la primera sus altas capacidades cognitivas no fueron comprendidas por sus profesores.
Como eran cosas muy repetidas para mí, tenía problemas con los maestros porque me aburría”, precisa Carlos.
La UNAM le abrió las puertas sin ninguna prueba de conocimientos, bastó una plática de 15 minutos para percatarse de su capacidad.
Sus inquietudes se las pregunta al profesor y éste lo trata como a cualquier otro más y él da las respuestas que daría una gente que está cursando el diplomado, de manera normal”, advierte Eduardo Rodríguez, jefe del Departamento de Química Analítica de la UNAM.
Hoy Carlos es el alumno más joven de la UNAM y al mismo tiempo comenzó el cuarto año de primaria. Tiene preocupaciones distintas a las de un niño de su edad.
Estamos destruyéndonos a nosotros mismos, aunque digan que el Metrobús es un transporte ecológico, no, produce muchos gases de efecto invernadero. Hay que hacer algo que sea ecológico de verdad”, sentencia el menor.
El presente de este niño genio se enfoca en el estudio de la bioquímica, desde el primer día del diplomado aprende más conceptos.
Comenzamos con los bloques de construcción, las proteínas, los aminoácidos. Ahora las distintas estructuras primarias, secundarias, terciarias y cuaternarias. Y ahora ya vamos a ver la actividad encimática”, recuerda.
Su futuro es promisorio, Carlos es un orgullo mexicano que dará de qué hablar. Habrá que esperar su aportación a la ciencia. | Excélsior