La historia reciente de México está llena de casos importantes como la segunda fuga de Joaquín ‘El Chapo’ Guzmán, líder del Cártel de Sinaloa, que nunca fueron solucionados o fueron cerrados en una forma que dejó muchas sospechas de que intereses poderosos fueron protegidos.
De acuerdo con un artículo publicado en The New York Times, los mexicanos están “dispuestos, al parecer, a creer casi cualquier cosa excepto lo que su gobierno les dice”, respecto a la versión dada de la fuga del narcotraficante del gobierno del presidente Enrique Peña Nieto (EPN), sobre un túnel de 1.5 kilómetros de longitud que conectaba al penal de máxima seguridad con una casa en construcción cercana al penal.
El rotativo resaltó al respecto, que “lo que alguna vez pudo ser una falta de credibilidad, es ahora un abismo de incredulidad”.
Se reproducen algunas de las versiones alternas que alimentan el mito del personaje y que NYT sondeó en diversas entrevistas, pero casi ninguna de las oficiales “es creíble” para los mexicanos:
a) Que se le permitió escapar para que negocie con los otros líderes del crimen organizado; b) que el túnel fue construido en la década de 1990 y en secreto por el presidente Carlos Salinas de Gortari para que fuera usado por su hermano Raúl; c) que el gobierno tenía un pacto con el narcotraficante para sacarlo de prisión, pero no fue cumplido y tomó cartas en el asunto, y d) que el narcotraficante se entregó para protegerse de ser asesinado por rivales de la droga, y salió cuando estaba listo.