Fue una de las especies más perseguidas del planeta hasta ser exterminada de la vida salvaje por representar una fuerte competencia para el hombre: ambos cazaban por el mismo sustento alimenticio. A su vez, fue un animal entendido como un mal augurio, como el mismo diablo.
Y como consecuencia de lo anterior, la supervivencia del lobo mexicano pende de un hilo hoy pese a los intentos de conservación.
En Arizona, Nuevo México y México hay 83 lobos mexicanos que viven de forma silvestre y se calcula que hay 250 ejemplares en cautiverio. Apenas a un año del nacimiento de la primera camada de lobos mexicanos en su hábitat natural, los especialistas dicen que se requiere de mayores esfuerzos para que exista una población más grande.
¿Pero cómo fue que esta especie llegó hasta este punto? Sus protectores confían en que la historia de persecución y crueldad del lobo mexicano pueda tener un final feliz.
Ciudad de México, 20 de abril (SinEmbargo).- “¿Podrá volver el lobo mexicano?”, era el titular de la revista Especies en el 2005. Esa portada fue punta de lanza para una serie de publicaciones que emitía la asociación conservacionista mexicana Naturalia. En esa edición apareció el majestuoso animal, con sus ojos bien delineados y pelaje con tonos rojizos.
Para el último ejemplar de la publicación (marzo de 2012), el lobo mexicano ya ni siquiera apareció en portada; había que hojear la revista para dar cuenta que el plan para reintroducir a esta especie a la vida silvestre del país había fracasado.
Lo que empezó como un proyecto lleno de optimismo y grandes intenciones para una de las especies más perseguidas del planeta, parece un relato mejorado por los hermanos Grimm en el que Caperucita interviene, altera el ecosistema, da aviso a los “leñadores”, erradican al lobo y no hay final feliz.
HABÍA UNA VEZ…
Cuentan los investigadores que en la Sierra del Gato en Sonora deambulaba una pareja de macho y hembra alfa. Los únicos ejemplares solos en el agreste terreno mexicano- Los dos sobrevivientes a una de las más agresivas campañas de envenenamiento de especies en la historia.
Sobrevivían como su instinto y la experiencia de años anteriores les dictaba: al mantenerse lejos de los seres humanos. Al más leve indicio de la presencia humana o de sus perros, esta pareja huía. Harían falta balas de plata para lograr deshacerse de ellos, como dictaban las viejas fantasías medievales.
Los ganaderos férreos, los buscaron durante casi cinco años para exterminarlos, los lobos se comían a sus terneros. Una intensa búsqueda los llevó a encontrar la madriguera de la loba, ahí no sólo se toparon con ella sino también con cinco lobeznos que ni siquiera tenían los ojos abiertos. Cuatro de ellos murieron a palos, uno fue sustraído por un ranchero para criarlo y la loba, murió a balazos.
Al macho nunca nadie lo encontró: había huellas, terneros a medio comer, jabalíes semidevorados, pero nadie nunca lo vio.
Su aullido lastimero hacía eco en la Sierra del Gato, en el Cerro Bola o el Apache. Y aunque nunca nadie encontró el cadáver, seguramente murió de viejo. El cachorro que permaneció con el ganadero, sin dejar al lado su instinto salvaje, se comió a las gallinas del empresario sonorense y vio su fin con cobardes balazos del humano.
***
Antes de que los españoles llegaran, el cazador o cualquier hombre tenían que encomendarse a los dioses para ser guiado y evitar cazar a su propia tona.
La tona se definía como la relación entre un hombre y animal desde el momento del nacimiento, era una especie de vínculo entre ambos y el hombre lograba beneficiarse de algunas características del animal. Los animales más poderosos eran el águila, el tigre, la culebra y el lobo.
Si un hombre cazaba a su tona, podría acarrearle problemas y males. Si se daba el caso, había que acudir con el curandero para cambiar la tona mediante varias ceremonias y vivir en armonía con su entorno, según Ernesto González Licón, arqueólogo de la Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH).
Hoy existe una camada de lobos mexicanos que nació en estado salvaje desde 2014, luego de no verse en las tierras de México desde 1977. El humano y sus prácticas crueles contra la majestuosa especie los exterminó sin siquiera llegar a conocer cómo eran estos animales o lo que podían enseñarle a la raza humana.
“Durante muchos años el lobo mexicano se consideró una especie virtualmente extinta. Ya no existía en el campo, pero sí ejemplares vivos en cautiverio. Su función en la naturaleza se había perdido, pero la información genética se mantenía en los ejemplares vivos”, recuerda Oscar Moctezuma Orozco, biólogo con más de 20 años de experiencia en la conservación ambiental.
Foto: Cuartoscuro/Archivo.
Moctezuma Orozco, Director General de Naturalia donde se coordinó alguna vez el ambicioso proyecto de rescate del lobo mexicano, fue parte de tres expediciones para buscar a ejemplares vivos durante la década de los noventa.
Las expediciones no resultaron fáciles. Los lobos tienen hábitos nocturnos, por lo que se dieron a la tarea de rastrear evidencias indirectas de su presencia. El equipo de investigadores, optimista, simuló aullidos -porque cuando alguien en el campo aúlla, ellos responden-, pero nada.
Un método para localizar a esta especie es “seguir el chisme” o seguir lo que dicen por ahí. Algunas personas en el campo murmuraban sobre la presencia de los lobos, los ganaderos denunciaban que se andaban comiendo su ganado y los señalaban.
Hasta que finalmente una noche, los investigadores encontraron huellas grandes de un cánido y escucharon aullidos. Al día siguiente ya con luz, acudieron al rancho de al lado, para encontrar que se trataba de un perro grande quien era el dueño de las grandes huellas y del aullido.
Los investigadores concluyeron que ya no había lobos en la vida silvestre, pero ¿cómo fue que México se había quedado sin sus lobos mexicanos?
JUGAREMOS EN EL BOSQUE
Los lobos son perseguidos en todo el mundo, no sólo en México, por su mala fama. Aunque Oscar Moctezuma tiene la teoría de que más que temor hacia ellos, el humano sintió la amenaza de competir contra uno de los depredadores supremos en sus ecosistemas.
“La mala relación con los lobos comenzó desde que somos competidores más que presas, pues estos animales cazaban a muchos de los animales que los humanos también perseguían. Se trataba de grandes animales que usaban para alimentarse”, informa el biólogo.
En algún momento remoto en la prehistoria, los humanos podrían haber sido presas de los lobos e incluso hicieron de una especie de la misma familia su mejor amigo.
Se le llama lobo mexicano a esta subespecie que en América era la más pequeña en población y la que vivía más al sur, por lo que obtuvo el mote de mexicano al distribuirse principalmente en el centro y norte del país aunque también una franja al sur, y suroeste de Estados Unidos.
Óscar también cree que los humanos consideran amenazantes los aullidos de los lobos, que es su forma de comunicación y que en el pasado era una señal o un mal augurio, además que también emiten este sonido para dar noticia de que mantienen su territorio.
El humano, le atribuyó valor al aullido como señal diabólica y se le vinculó con el diablo, con sacrificios, con cargas negativas sobre brujería.
En México, el verdadero conflicto dio inicio cuando los mexicanos se hicieron de ganado y de animales que denominaron como su propiedad, por lo que no fue mucho de su agrado cuando identificaban que los lobos se comían a “sus” animales.
Los lobos cazan en manada, su manera de organización social permite que la pareja alfa lidere a los demás integrantes y así poder cazar a grandes especies que habitan en los bosques templados como alces, bisontes, ciervos. Y cuando veían a las vacas, otro animal grande, no dudaron en comerlo también.
Los ganaderos mexicanos se establecieron en lugares donde naturalmente habitaban los lobos, y lo que sucedió, fue que las actividades humanas destruyeron el hábitat de ésta y muchas otras especies presas de lobos, como el venado cola blanca, liebres y el pecarí.
Cuando hay más vacas que fauna, los lobos atacan al ganado y esto desencadena una persecusión de parte de los ganaderos principalmente a los lobos. Empezaron a matar lobos sin control, con trampas, rifles, destrucción de madrigueras y venenos.
COMPUESTO DIEZ OCHENTA
Foto: Cuartoscuro/Archivo.
Desde la década de 1950, la zona ganadera de Casas Grandes al noroeste de Chihuahua solicitó al gobierno de México que hiciera un programa de erradicación de los lobos argumentando que el daño era muy grave y que diseminaban la rabia. Se utilizó un veneno que fue sintetizado por esas fechas para la segunda guerra mundial para control de plagas.
Se sintetizó una sustancia química que se llama monofluoroacetato de sodio, conocida también como Compuesto 10-80, nombrada así porque se realizaron mil 80 modificaciones a la fórmula original para tener las características que lo hacen un veneno eficiente para el control de grandes depredadores.
No tiene sabor, no tiene color y es sumamente letal. Era indetectable para los animales, que lo consumían en trozos de carne que repartían en el campo, por lo que cualquier animal que lo comiera, moría de esa forma. Perros, coyotes, osos, zopilotes y más animales fallecieron de manera masiva al consumir este mortal veneno.
Los ganaderos de Coahuila, Tamaulipas, Zacatecas, Sonora y Chihuahua tenían qué celebrar: Las poblaciones de los lobos se vinieron abajo, fue una campaña efectiva. El oso gris se considera que se extinguió en México con esa campaña, porque quedaban pocos ejemplares y esos pocos fallecieron con veneno. Y los lobos se volvieron escasos, muy raramente eran vistos.
Esta campaña fue implementada por el gobierno cuando no había ninguna consciencia ni información sobre especies en peligro o amenazadas. En aquél entonces el lobo se podía matar, con permiso y sin permiso.
Cinco años después se prohibió el uso del compuesto 10-80, pero una cosa es lo que dice la ley y otra lo que pasa en el campo, pues en algunas partes se siguió utilizando a pesar de que también representaba una amenaza para la salud del hombre.
En Estados Unidos también eran perseguidos como si se trataran de bandidos del viejo oeste donde ofrecían recompensas por sus cabezas. En 1970 se consideró erradicado el lobo mexicano en ese territorio. Eran buenas noticias para los ganaderos, pero muy mala para la especie.
En 1976 el lobo fue incluido en el Acta de Especies en Peligro de Extinción en Estados Unidos, una poderosa ley que protege a las especies y obliga al gobierno a implementar acciones para la recuperación de las especies que se clasifican en peligro.
Las autoridades de Estados Unidos vinieron a México a solicitar ayuda para un programa de recuperación porque ya no había ejemplares en su territorio. El gobierno mexicano le permitió capturar a los últimos lobos que quedaban para llevárselos a Estados Unidos a reproducirlos en cautiverio y repoblar zonas naturales de la distribución de los lobos en Norteamérica.
La única condición que el gobierno mexicano estableció fue que regresaran a parejas reproductoras cuando lo solicitaran para hacer algo similar en México.
Esa acción permitió salvar de la extinción total al lobo.
DE VUELTA AL PAÍS
El biólogo Oscar Moctezuma con uno de los números de la revista Especies que celebraba el regreso del lobo mexicano a la libertad en el país. Foto: Francisco Cañedo.
Una camada de lobos incorporó en cautiverio a tres parejas descendientes de los que nacieron en Estados Unidos y dio inicio a un programa de reproducción, cuyo propósito era recuperar a por lo menos una población silvestre.
El primer intento de reintroducir a una manada de lobos fracasó a principios del año 2000, cuando luego de varios años de espera por parte de las autoridades mexicanas, el macho alfa falleció y el grupo de lobos era inservible de esta manera. El gobierno mexicano entonces no contaba con un plan ni recursos necesarios para lograr su objetivo y muchos de los lobos que volvieron, murieron por falta de atención y recursos.
Malas decisiones, políticas corruptas e ignorancia en los temas imperaban en las instancias y dependencias gubernamentales que apenas nacían con las intenciones de proteger a varias especies que estaban al borde de la extinción.
El segundo intento hasta el 2011 dos familias de lobos son seleccionadas para ser los primeros ejemplares para regresar a su territorio original en el norte de la Sierra Madre Occidental.
Se estudió e investigó dónde habitaría mejor esta especie en aspectos de ecosistema, pero más importante, también se buscó dónde había mejor actitud de la gente. Donde había menos rechazo, ya que nunca se dio una campaña para cambiar la consciencia de la gente.
Sin embargo, el equipo que los traería de vuelta prefirió manejar esta información de manera muy discreta, pero la información de que regresaría el lobo mexicano al país se filtró desde Estados Unidos y llegó a los oídos de los ganaderos de Sonora quienes de inmediato se opusieron.
Óscar Moctezuma recuerda que fueron los ganaderos de Arizona quienes dieron noticia de este regreso a los ganaderos de la Sierra de San Luis, donde se reintroduciría la manada, pues temían que los lobos mexicanos cruzaran la frontera y afectaran su ganado.
“Con toda razón dijeron que cómo era posible que su propio gobierno le oculte información de un proyecto que les a va a afectar. Pensaron que algo no debía estar bien en ese proyecto si se lo ocultaron”, evoca Moctezuma Orozco.
Los ganaderos les advirtieron que si liberaban a los lobos, los iban a matar. El equipo de conservacionistas asumieron este riesgo, además que la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente podía castigarlos al tratarse de una especie protegida.
“Los lobos van a venir a arrasar mi ganado como en el pasado. Por eso nuestros abuelos mataron a los lobos”, argumentaban los ganaderos.
No hay documentación científica sobre los ataques de los lobos al ganado ni a las personas en México. Lo que hay, según Oscar, son relatos fantasiosos.
En doce años que el proyecto de liberación en Estados Unidos, los lobos mataron a 35 vacas. Y la forma de control del daño fue compensado con un fondo para ganaderos.
El 11 de octubre del 2011 cinco ejemplares de lobo mexicano fueron liberados en las montañas de Sonora. “¡Lo logramos! El Lobo está de regreso!”, titulaba un número deEspecies.
“¿Cuántas veces habré imaginado este momento? ¡Apenas puedo creer que mientras escribo estas líneas, cinco lobos mexicanos están recorriendo en libertad esas montañas!”, escribía Oscar Moctezuma en el número de la revista que también celebraba 15 años de publicarse.
Los ejemplares sueltos llevaban un collar de seguimiento satelital, por lo que señalaron a los ganaderos que cada día que un lobo pasara en sus ranchos, si no los mataban, recibirían un premio monetario, como incentivo de protección. Algunos rechazaron la idea, otros la aceptaron y quienes lo hicieron, fueron expulsados de la unión de ganaderos local.
No pasaron más de dos meses, cuando apareció en un camino de terracería un lobo macho muerto que fue golpeado y envenenado. Al poco tiempo mataron a otros dos crías, murieron por veneno también dentro de los límites de un área natural protegida. La Profepa fue notificada, pero no pasó nada.
Una hembra quedó sola –en condiciones naturales los lobos solitarios matan a depredadores menores –y al no encontrar animales de su especie, se juntó con una manada de perros que pertenecían a un campesino que se dedicaba a recolectar palmilla.
¿PARA COMERTE MEJOR?
Foto: Cuartoscuro/Archivo.
Las historias sobre la magia negra y los hombres lobos fueron tan lejos desde épocas medievales, que había un mito sobre las mujeres que daban luz a un séptimo hijo, lo tendrían que abandonar o incluso matar. La tradición perdura, excepto que ahora se trata de los presidentes en Argentina que apadrinan a un séptimo hijo con una beca escolar.
En América sólo hay dos registros de lobos que mataron gente y sólo pasó en Canadá. En México no existe algún dato que reporte una ataque de lobos a personas.
El lobo en su naturaleza le teme al ser humano y sobre todo luego de tantos años de persecución, lo reconocen como una amenaza. El lobo huye del ser humano y saben que acercarse a la gente es lo más peligroso.
El tema de la vida silvestre está en la última lista de prioridades, asegura el investigador y conservacionista. No hay aplicación de la ley, no hay protección y hay ilícitos que quedan impunes, según la experiencia que enfrentó con la camada que no logró sobrevivir entonces.
“Con este panorama, yo puedo predecir que el lobo mexicano no tiene futuro en México. Se liberan lobos, pero se están muriendo y no hay castigo a nadie, es tirar dinero a la basura, es sumamente costos en recursos y esfuerzos muy grandes de personas”, aseguró el especialista.
En Arizona, Nuevo México y México existen 83 lobos mexicanos en libertad y se calcula que hay 250 ejemplares en cautiverio. Apenas a un año del nacimiento de la primera camada de lobos mexicanos en su hábitat natural, se requiere de mayores esfuerzos para que exista una población más grande de esta especie.
Harán falta muchas lunas llenas para que el aullido de un lobo llene de nuevo el vacío silencioso que existe en México. “El regreso del lobo mexicano a nuestras montañas tiene un gran simbolismo –escribía el biólogo el día de liberación de los lobos en 2011 –me parece que la reintroducción del lobo a su medio silvestre es un signo de esperanza”.
“…a más de uno vi
mancharse de sangre, herir, torturar,
de las roncas trompas al sordo clamor,
a los animales de Nuestro Señor.
¡Y no era por hambre, que iban a cazar!”
“Los motivos del lobo”, Rubén Darío.
Lea También: Perros detectores de bombas… y de cáncer de próstata