Sr. Presidente,
Tengo malas noticias para Usted: el “Mexican moment” está en Iguala y no en sus reformas estructurales. También debería saber que Iguala es más que un municipio en Guerrero y que el “Mexican Moment” no es ahora. Igualaes el reflejo del estado de cosas en el país y esto es resultado de un largo proceso de descomposición en diferentes campos de la sociedad mexicana y sus instituciones.
¿Por qué es importante aclarar esto? Usted sabe bien que hace dos años los medios de algunos países desarrollados comenzaron a divulgar la idea de que Usted era un gran reformista y que contaba con el liderazgo necesario para mover a México (lo que sea eso signifique). En el fervor por usar palabras simples para describir asuntos sumamente complejos, algunos fueron al extremo de decirque Usted estaba salvando a México (“Saving Mexico”). Después, Usted publicó un artículo en el diario británico Financial Times argumentando que la agenda de reformas en México está completa gracias a 11 reformas estructurales y que con ellas se busca que México sea más abierto, productivo y competitivo para brindar mejores condiciones de vida a las personas.
Diversos asuntos llaman mi atención de todo esto. En primer término, en su artículo no mencionó 2 de las 3 reformas que tanto Usted como su partido político se comprometieron a aprobar antes de diciembre de 2012. Cuando las anunciaron las llamaron con mucha euforia las reformas de una Presidencia Democrática. Dado que para su gobierno dos de ellas están en el olvido, le recuerdo cuáles fueron:la creación de una comisión nacional anticorrupción; y la creación de un órgano ciudadano que regule el gasto en publicidad oficial.
Considero ocioso citarle cifras y estadísticas sobre la preocupación social que la corrupción genera. Es un tema que no requiere mayor desarrollo para justificar su importancia; sus costos (humanos, sociales y económicos) la hacen un problema estructural. Sin embargo, y a pesar de la trascencia del tema, su gobierno no sólo envió al Congreso una iniciativa con una deficiencia técnica extraordinaria, sino que su partido en el Congreso mantiene el tema congelado. Para colmo, hace unos meses le preguntaron en televisión nacional acerca de la corrupción en México y respondió que era un asunto cultural. Eso es demasiado Señor Presidente. Cuando es cuestionado sobre el problema más crítico que enfrentan nuestra sociedad, instituciones y el servicio público su respuesta puede ser resumida en 3 palabras: simplemente se desrresponsabiliza.
Respecto al tema de publicidad oficial, me permito compartirle algunos datos y hechos. A pesar de que la Constitución lo prohíbe expresamente en su artículo 134, Usted ha aparecido en propaganda personalizada en diversos medios de comunicación. Su gobierno, además, solicitó al Congreso casi 5,000 millones de pesos para gastar este año en publicidad oficial. ¿Sabía Usted que con ese dinero alcanzaría para dar leche a diario a 30 millones de niños mexicanos durante el mismo periodo? ¿Puede Usted imaginar que ese dinero es equivalente al presupuesto del Programa de Apoyo Alimentario, con lo que podrían comer durante un año casi 1 millón de familias? Creo que este es un ejemplo claro que demuestra lo poco que Usted se preocupa por respetar el marco legal y cómo no se molesta en abusar del presupuesto público por razones personales. En este tema, al parecer, es mejor no tener ninguna expectativa de reforma.
En su columna tampoco pudo decir nada sobre la reforma al campo. Casi 18 meses después de que se anunciara lo que llamó la Reforma Profunda, sólo ha habido cambios cosméticos. Pero sepa que en este país los pequeños productores aportan el 40% de los alimentos, generan el 74 % del empleo formal rural y lo hacen prácticamente sin apoyo. Los problemas del sector han sido señalados como graves por las más diversas instituciones (FAO, Banco Mundial, BID, Coneval, ASF, Colmex, Fundar, UAM, CIDE). La evidencia muestra que el gasto en el sector no sólo no nos hace más competitivos, nos hace un país injusto y desigual. Pero, en el año internacional de la agricultura familiar, en un país en el que el 70% de los 4 millones de productores tienen predios iguales o menores a 5 hectáreas, su gobierno simplemente no pudo rediseñar radicalmente los programas para apoyar a quienes más los necesitan. Señor Presidente, cuando las reformas implican la reasignación del presupuesto afectando a una élite corrupta (en este caso de agroindustriales) su gobierno se queda estático.
En su artículo refiere que México es el país que menos recaudación fiscal tiene en comparación con el resto de países de la OCDE. Pero resulta que nuestro país también tiene críticas desigualdades y muchas contradicciones. Por ejemplo, según el mismo organismo los sueldos de los altos funcionarios son tres veces más dispares en México que el promedio de la OCDE. Una sociedad más justa empieza por tener gobiernos que sean más profesionales y republicanos y menos una casta de privilegiados. Pero ese tema, de profunda transformación democrática, no le ha merecido a su gobierno ningún intento de reforma.
Y ahora tenemos esta crisis de seguridad ciudadana que su gobierno trató de cambiar simplemente con una nueva narrativa. Pero este no es un asunto que se resuelve con juegos de palabras. Dependiendo la fuente, las estadísticas muestran que durante los primeros dos años de su gobierno hubo entre 14,000 y 27,000 personas desaparecidas. Según las estadísticas oficiales hay 26.1 personas muertas con arma de fuego al día. Los secuestros están en tasas históricamente altas, en algunos periodos alcanzando hasta 5.6 por día en promedio (y nuevamente estoy usando datos oficiales). No, Señor Presidente, esta crisis no inició durante su gobierno. Pero es verdad que tanto su gobierno como Usted, atendiendo el supuesto liderazgo que tiene, nunca pensaron en cambiar la forma en la que estamos enfrentando la violencia.
No me malinterprete. No soy tan inocente como para pensar que Usted solo podría resolver este problema. Sin embargo, estoy sugiriendo que México está en extrema necesidad de una profunda reforma en tres rubros: corrupción; violencia; y crimen organizado. Estas reformas significarían sacrificar a una buena parte de la élite política, cambiar nuestro modelo político-electoral basado en el dinero (incluso cuando su fuente es ilegal), también significaría un punto de quiebre en las alianzas que tiene con los poderes de facto y un reconocimiento público de todos los partidos políticos de que ninguno es inocente en esta crisis. Pero parece que Usted, Señor Presidente, carece de autoridad moral y visión para liderar esas reformas.
Pero lo crítico no está sólo en las reformas pendientes, sino en el sentido que decide darle a las que han sido aprobadas. Le pongo un ejemplo, recientemente en una declaración pública a inversores extranjeros, su Ministro de Finanzas dijo que la más reciente reforma policial busca proteger las nuevas inversiones en la industria extractiva. Lo que pasó en Iguala sintetiza el problema de su modelo. Para Usted, la policía está para proteger el mercado y las actividades económicas, y no para asegurar la vida e integridad de las personas.
Y quizá de ahí derive nuestra debilidad institucional, porque espero esté consciente de la dimensión del problema. Hablando nuevamente de Iguala, ahora sabemos con certeza que las policías de dos municipios estaban vinculadas a los cárteles de drogas. Hay casi medio centenar de fosas clandestinas con similar número de cuerpos.¿Cómo es posible que nadie en la Procuraduría General de la República o en el Centro de Seguridad Nacional supiera algo sobre esto? El siguiente punto es crítico Señor Presidente: el alcalde de Iguala era parte del crimen organizado, sin embargo, los servicios militares y civiles de inteligencia que deben guardar su integridad y seguridad lo dejaron a Usted y a miembros de su gabinete aparecer públicamente junto a él. ¿Puede ahora Usted imaginar la fragilidad que esta idea significa para el resto de los mexicanos?
Tengo una hipótesis que quiero compartir con Usted, Señor Presidente. Probablemente este otro “Mexican Moment” sucede también debido a que Usted decidió invertir todo su capital político (el que tuviera) en conseguir más buenas notas macroeconómicas e indicadores de “modernización” en perjuicio de avanzar a una profunda transformación pública. La población en México es mucho más que consumidores, fuerza laboral o personas que requieren empleos. Primero y más importante, somos seres humanos y ciudadanos con derechos, que reclamamos justicia y merecemos gobiernos honestos que recuperen el valor de la vida humana. Quiero dejar este punto perfectamente claro, así que permítame ser tan cínico como sus colaboradores: las personas muertas no pueden trabajar o comprar. Los gobiernos corruptos no pueden gobernar.
Pues bien, estos son sólo unos ejemplos para ilustrar qué tan complicados se han vuelto todos los temas en México. Hay muchos más de los cuales hablar. Así que le ruego encarecidamente que cuando escriba sobre las reformas en México y utilice las palabras “nuestras” y “completa”, aclare que eso sólo da cuenta de sus alianzas políticas y del grupo que lo rodea y no de todo lo que el país necesita y lo que muchos mexicanos queremos. Nuestras reformas o eran diferentes o todavía no llegan. Nuestro momento, apenas empieza.
Información de Aristegui Noticias