El Grupo Aeroportuario de la Ciudad de México indicó que 4 mil 500 habitantes de comunidades cercanas al Nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (Naicm) fueron contratadas temporalmente; sin embargo, un obrero aseguró que la empresa no pagaba incapacidades si tenían algún accidente.
De acuerdo con La Crónica, José Ramos, quien forma parte de las brigadas que laboran en el proyecto, dijo que el salario que reciben es ‘muy poco’ y que trabajan ‘en condiciones muy malas’:
“Pero al menos teníamos tortillas y frijoles en la mesa”.
Este es el impacto ambiental del nuevo aeropuerto de México, la mayor obra de infraestructura de la historia reciente del país norteamericano, pese a haberse promocionado como el aeródromo más sustentable del planeta https://t.co/hlKJZLAajQ pic.twitter.com/BdX93oweC3 #Hemeroteca
— EL PAÍS (@el_pais) 30 de octubre de 2018
Ramos contó que antes de que iniciaran las obras del Nuevo Aeropuerto en Texcoco algunos obreros ayudaban en la costura de ropa enviada a Chinconcuac, conducían mototaxis o se alquilaban para colados, sembrar maíz o regar parcelas.
De acuerdo con El Universal, Brandon Hernández dijo que después de que se anunció que se cancelaría la construcción del Naicm en Texcoco, muchos de sus compañeros no se presentaron a trabajar:
“Nadie nos ha dicho nada. Estamos muy sacados de onda porque no sabemos qué va a pasar con nosotros, si nos vamos a quedar sin trabajo… Hoy faltaron muchos compañeros”.
Manuel Sánchez Salmerón, obrero de 54 años originario del poblado de Acuexcomac, mencionó que se integraron al proyecto ‘para calmar la necesidad’, pero que la decisión ‘era como estar entre la espada y la pared’:
“Con empleo pero con daños ecológicos y menos agua en perjuicio de nuestra gente”.
Todo indica, pues, según la redacción de los contratos, que se durmieron los jurídicos de las empresas porque no ponderaron ni lo transexenal ni lo político como un riesgo #Opinión de @SGarciaSoto https://t.co/LFcW3ZPPAA
— El Universal (@El_Universal_Mx) 31 de octubre de 2018
Sánchez Salmerón aclaró que la corrupción del proyecto se notaba donde trabajaban ellos, y que muchos de sus compañeros fueron despedidos pero seguían apareciendo en la nómina:
“Tenían meses o hasta años fuera de actividades y alguien firmaba por ellos, se quedaba con ese dinero”.
El salario de los obreros que trabajaban una jornada de cinco a seis horas se estipuló en 2 mil 500 pesos, pero no firmaban contrato ni recibían seguro social, tampoco aguinaldo ni compensaciones.
Sánchez Salmerón comentó que en la obra encontraban liebres, conejos, tortugas, víboras, ratas y topos que liberaban al exterior del polígono, y aseguró que muchas especies murieron debido a que antes estaba lleno de vegetación y miles de árboles.
Los trabajadores venían de pueblos como Santa Rosa, Acuexcomac, Zapotlán, Santa Isabel Ixtapan, Tezoyuca, Las Salinas, La Purísima y más de la mitad de San Salvador Atenco, según José Ramos, quien dijo:
“Más de la mitad de nosotros venía de Atenco, que es la cabecera, y donde más se han puesto al brinco: defienden lo que no es de ellos y la mayoría son acarreados”.