“Sin embargo, sería muy difícil que este hecho fuera ese día a esa hora. Este año, por ejemplo, ocurrió el día 20, a las 17:21, y de hecho, no es inusual que tenga lugar incluso cuando para nosotros es de noche; por ello estas prácticas no tienen mucho sentido”, expuso Alejandro Lara Sánchez, del Instituto de Geofísica (IGf) de la UNAM.
La costumbre de portar atuendos blancos y visitar zonas arqueológicas para establecer “comunicación con el cosmos” no tiene base científica y sí mucho de esotérico, pese a que quienes defienden esta práctica, a veces echan mano de explicaciones que pueden sonar a astronomía, señaló el especialista en física espacial.
“Que la gente se congregue en sitios prehispánicos para ser partícipes del inicio formal de la primavera sólo se explica porque las culturas originarias de México eran atentas observadoras del cielo y edificaron sus pirámides con una disposición tan particular, que reprodujeron ciertos fenómenos ópticos justo en el equinoccio”.
El mejor ejemplo de esto, expuso Lara, es el templo de Malinalco, que cuenta con una pequeña abertura que sólo ese día deja pasar un haz solar que súbitamente ilumina el interior de la construcción, o el maya de Kukulkán, que debido a un juego de luces, forma una sombra serpentina que avanza lentamente por su escalinata.
“Que los prehispánicos hayan podido reproducir algo tan complejo es sumamente interesante y nos habla de su ingenio, pero de ahí a pensar que se trata de magia o de una puerta a lo sobrenatural, hay mucha distancia”, advirtió el profesor de la Facultad de Ciencias.
PATRIMONIO EN RIESGO
Tan sólo el año pasado, las pirámides de Teotihuacan registraron una afluencia de más de 70 mil personas, por lo que se instrumentaron diversos operativos para salvaguardar los monumentos, así como una campaña para evitar concentraciones masivas.
De hecho, una estrategia para enfrentar oleadas y desalentar esta costumbre anual es invitar al público a conocer sitios mucho menos concurridos.
“Y no podría ser de otra manera, no hay nada que la sustente. Es una ocurrencia que además de dañar el patrimonio, también expone innecesariamente a los visitantes, pues además del peligro que implican las aglomeraciones, los ahí reunidos se someten a radiaciones”.
Por esta razón, el profesor Lara y una decena de especialistas del IGf visitaron, por segunda vez, uno de los pueblos que más gente congrega en esta fecha para montar ahí telescopios y dar pláticas de lo que realmente es el Sol y en qué consiste el equinoccio.
“Estuvimos el domingo en el ex convento de Tepoztlán y nuestro propósito fue platicar tanto con la gente del lugar como con turistas rumbo a la pirámide del Tepozteco, que busquen cargarse de energía. No buscamos polemizar con ellos, sino enseñarles que la ciencia tiene algo muy importante que decir.
“Durante años el Sol estuvo en un periodo anormal de inactividad, pero hace unos días comenzó formalmente su ciclo número 24, algo que no sólo les explicamos, sino que se asomaron a uno de nuestros telescopios y vieron las manchas que ha comenzado a generar el astro”, expuso.