“Él nunca me ha abandonado, siempre está conmigo, me cuida con sus bendiciones al lado de Dios”, comentó Catalina, con los ojos humedecidos por las lágrimas al recordar, sentada en su silla mecedora, a su hijo Daniel.

El viernes 16 de abril del 2010 alrededor de las 17:30 horas abandonaron un cuerpo sin vida en el kilómetro 91+700 a la altura de la colonia El Polvorín, en Cuernavaca. Era Daniel.

La víctima fue decapitada por un presunto grupo criminal por un grupo criminal que operaba en el estado de Morelos. En el lugar de los hechos había un mensaje en una cartulina.

Catalina ahora lo recuerda. Pese a lo lejano que parece el tiempo, ella lo vive como si fuera algo que sucedió ayer.

“Para una madre nuestros hijos son buenos… es de pequeño mi hijo Dany era trabajador, empezó en el mercado Adolfo López Mateos, donde ayudaba a las personas con sus bolsas de mandado. Después vendió agua en los andenes”, rememora.

A los 16 años el joven comenzó a trabajar de taxista, después se fue a los Estados Unidos, “pero volvió a regresar a mi lado”, recuerda la mujer, quien comenta que Daniel conoció a quien sería su esposa a los 22 años. Ella tenía cuatro hijos; esa situación a él no le importó.

“Mi hijo Dani y su mujer empezaron a vender discos, dulces, fruta. Hasta que conocieron un proveedor de productos de limpieza, quien les dio crédito…hoy gracias a Dios y a mi hijo tengo esté negocio. Cuando quedé desempleada, mi Dani me dijo ´Con este puesto te vas ayudar madre y vas a sacar para comer´”.

Tres meses antes del homicidio, todo apuntaba a un futuro de provecho y bienestar, recuerda la madre… hasta que llegó ese día: “Mi Dani tenía dos carros, me acuerdo que se subió a su Grand Marquís negro. Sus últimas palabras fueron “No te preocupes si no llegó rápido”

“Ya en la tarde del viernes 16 de abril del 2010,  un vecino me comentó que a la altura de un hotel vio el coche abierto y que había patrullas. Le comencé a marcar por teléfono, pero ya no me contestó”.

Ese día estaba el rumor de que había “toque de queda”.

“A las 08:00 de la noche prendí la televisión para ver el noticiero. La primera noticia escuché que decían “El pan de cada día, un muerto en El Polvorín”. Cuando vi las imágenes me di cuenta que la víctima llevaba una playera igual a la que mi hijo traía puesta ese día”, dice con un hilo de voz.

Pero la mujer se repone y continua:

“Enseguida comencé a gritar ¡Es mi hijo¡ hasta que finalmente fueron mis hijos a la Procuraduría y confirmaron que era él”.

Pese a que el tiempo se ha hecho largo desde aquella vez, la memoria de Catalina habla de Daniel: “Recuerdo que él siempre llegaba alegre y me decía “Mami ¿qué te hace falta?  Estaba al pendiente de mí. Mi hijo era lo máximo”.

A raíz del deceso, la vida de la mujer y de su familia en general cambio.

-Cuando él murió empecé a enfermarme, ya no era lo mismo. Toda la familia estuvo muy triste, rezaba a Dios que me diera esa resignación. A veces me preguntaba por qué no me mataron a mí

Poco a poco me acerqué a Dios para que me diera la fortaleza para superar la pérdida de un hijo.

Después de ese hecho, Catalina recibió apoyo de sus vecinos, quienes buscaban animarla y le decían que debería superar esa situación.

Acerca de Daniel, del tiempo transcurrido, asegura que siempre lo va a recordar en las buenas y en las malas.

“Nunca denuncie el caso, a mi hijo ya me lo habían matado. Tampoco tuve miedo, su perdida me dio mucho valor, era lo más preciado de mi vida. De lo demás se encarga Dios…pero mi Dani está siempre conmigo, siento su presencia. En las tardes veo una sombra que entra por el negocio y se acomoda en el sillón”.

Catalina sabe que aunque se acumulen los años, es difícil continuar como si nada hubiera ocurrido

“Voy a recordar a mi hijo con su sonrisa, cuando llegaba a pedirme de comer, esas pisadas de su caballo y los abrazos que me dio” dice Catalina.