La brusca sacudida que hizo que el príncipe saudí, Mohammed bin Salman, fuera nombrado por su padre como el nuevo heredero del trono, le da, a los 31 años, poderes extraordinarios para impulsar su visión de separar la economía del petróleo y ejercer su influencia en los conflictos regionales.
El príncipe Mohammed reemplazó a su primo mayor como príncipe heredero, eliminando así cualquier duda de cómo se desarrollarán los planes de la sucesión después del reinado del rey Salman, ahora de 81 años.
Incluso antes del ascenso, el nuevo príncipe heredero estaba dictando los temas de defensa y de la política petrolera, incluyendo la supervisión de los planes para privatizar al gigante petrolero estatal Saudi Aramco.
La medida sugiere una línea de política exterior más dura para el aliado clave, Estados Unidos, en una región llena de inestabilidad.
El príncipe Mohammed ha liderado la guerra en Yemen contra los rebeldes respaldados por Irán. Además, fue una figura clave en la decisión de aislar a Qatar, en las semanas posteriores de que el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, fortaleciera sus lazos con el reino durante su visita en mayo.
"Arabia ha intentado afirmar su autoridad sobre una serie de eventos regionales, y al consolidar la cuestión de la sucesión en este momento, la región está notificada de que esta dirección se perseguirá a largo plazo", dijo Rodger Shanahan, investigador en el Instituto Lowy para la Política Internacional en Sydney.
El príncipe heredero "ha sido un defensor muy público de una sólida presencia saudita en la región", agregó.