Los discípulos dirigidos por Elías Granados saltaron a la parrilla morelense con el firme objetivo de brindar uno de sus mejores partidos en esta campaña; sabían que llegaba a casa el líder de la competencia y uno de los más fuertes candidatos a llevarse la corona en juego, así que tenían que jugar por nota y por ende no cometer errores en el desarrollo de la contienda, ya que ello significaría darle armas al rival para que aprovechara cualquier titubeo de los anfitriones y se llevara el ovoide a las diagonales del rival.
Los avances de ambos equipos fueron constantes, pero a la hora buena las defensivas tanto de los anfitriones como de los visitantes bajaron la cortina y no permitieron en el tiempo normal que fueran vulneradas en su zona de peligro. Ello fue poniendo los nervios de punta en las gradas de este escenario, donde no cedía el apoyo para ambos equipos ya que llegaron bien acompañados, quizá pronosticando que se vislumbraba un partido de toma y saca.
Las defensivas de nueva cuenta fueron quienes se encargaron de dar esa emoción en las tribunas, exigieron a las ofensivas que dieran su mejor esfuerzo y a la vez las frenaban en jugadas grandes, y ello fue dando la emoción y nerviosismo por ver quién se llevaría el triunfo a casa.
Fue hasta las hostilidades del quinto cuarto cuando llegó la oportunidad de los morelenses quienes fueron guiados por su mariscal de campo Israel Tlatelpa y sus corredores Obed Aguirre y Francisco "Guacho" Olivera, quienes la intentaron en varias oportunidades pero siempre estaba bien defendida la zona por los Mastines Negros; mientras que del otro lado su mariscal de campo Víctor Gutiérrez canalizó a los suyos al triunfo final y a colocarse con marca invicta de cuatro triunfos consecutivos, mientras que los morelenses quedaron con marca de dos triunfos y dos descalabros, manteniendo sus posibilidades de llegar a la postemporada.