“Aunque existen espacios donde la flor es sembrada, en su mayoría se produce y es recogida de manera silvestre por las personas que las llevan a vender a los mercados casa por casa, ya sea en ramos o en cruces que han sido elaboradas”.
Para la señora Aurora Beltrán Aroche, habitante del área rural del oriente de Morelos y consultor agropecuario, “la producción de la flor ha venido a menos debido al uso excesivo de herbicidas, pero aún se mantiene en municipios como Temoac, Yecapixtla, Totolapan y Tlayacapan”.
Dijo que la tradición oral entre generaciones, “da cuenta que el poner las flores y echar cohetes es una forma de ahuyentar al 'mayantle', que es como se conoce en náhuatl al hambre”, es ahuyentar al demonio del hambre, reafirmó.
La fiesta de San Miguel surge durante la colonia y se fusionó con la colocación de la flor.
Durante un recorrido por mercados de Cuautla, se comprobó que “el ramo de pericón se cotiza entre 10 a 15 pesos y su venta llena de colorido estos espacios”.
Beltrán Aroche comentó que “todo el espacio que anteriormente se llenaba de flor, hoy en día se ha reducido de forma muy drástica”.
A la zona donde el campo se llena de flor de pericón “vienen gentes de Puebla y Guerrero para llevar a cabo la recolección sin restricción de ninguna especie”.
“Cuando floreamos nuestras plantaciones es un signo de alegría, pues ya va a haber cosecha y dejará de haber hambre, lo cual es desde hace muchos siglos”.
De acuerdo a la tradición, poniendo una cruz de pericón el día 28 de septiembre, se evita que el 'demonio' dañe las cosechas, casas, vehículos o incluso hasta personas, ya que se tiene la protección de este arcángel. En algunos casos se adelantan y la colocación suele ser dos o tres días antes.