En aquel entonces el presidente electo del país solicitó a Zapata deponer las armas y con ello apagar la llama del movimiento zapatista, según comentó el cronista del Consejo del Patrimonio Histórico de Cuautla, Marco Polo Herrera.
“En aquel entonces, Emiliano Zapata mantenía en su poder las instalaciones de este espacio y el presidente electo (Madero) es convencido de viajar para establecer un diálogo con el jefe de la revolución del sur, en busca de terminar con la alzada”.
En ese encuentro se reprobó la campaña contra Emiliano Zapata que lo calificaba como un gran asesino y parte de lucha eran las adelitas, como la escenificación.
Este grupo de mujeres “fueron una pieza importante, ya que eran las encargadas de realizar diversas acciones de apoyo en favor de las tropas revolucionarias y por consecuencia su presencia era fundamental en la lucha armada”.
Como sucede cada año, al término de la escenificación, el grupo se trasladó a la Plaza José María Morelos y Pavón, donde concluyeron sus actividades.
En este sentido: “el propósito fue el de procurar la resolución del problema agrario, a cambio de que las tropas zapatistas fueran licenciadas, donde la lucha zapatista es un orgullo, ya que se caracterizó por luchar en beneficio de los campesinos en contra de los latifundistas, siempre apoyando al desvalido en contra del opresor”.
En los dos espacios de reunión se entonaron cánticos zapatistas.