El campamento fue instalado la semana pasada, luego de que los trabajos se reanudaran con maquinaria pesada que empezó a perforar el callejón. Hasta el momento, los vehículos que fueron colocados para obstruir el paso de las máquinas permanecen en el mismo sitio, en tanto que las mujeres que viven en la zona se han encargado de preparar la comida para alimentar a los hombres que vigilan que la obra siga bloqueada, y aunque el personal contratado por la CFE no ha vuelto a encender el equipo, elementos policíacos locales y federales siguen resguardando la zona.
"No vamos a descuidar porque de repente pueden venir y pueden entrar a trabajar de nuevo. Estamos en pie de lucha porque no se la lleven [el agua del río Cuautla], porque si se la llevan va a ser un problema grande. Ya está escrito allí [en las mantas]: que si sigue Graco con esta necedad se va a hacer una revolución, no va a haber más remedio, porque de morir de hambre, pues mejor peleando, y esa es la decisión de todos los ejidatarios", dice decididamente Pedro Leana, ejidatario de Ayala.
A la causa de los ejidatarios y vecinos, que se niegan a que sus casas y tierras se vean perjudicadas con escasez de agua, se han sumado varias organizaciones campesinas del estado, frentes creados para combatir proyectos gubernamentales que perjudicarían el patrimonio de campesinos y el área de derechos civiles de la Universidad Autónoma del Estado de Morelos. Mientras tanto, el secretario ejecutivo de la Comisión Estatal del Agua, Juan Carlos Valencia, ha insistido en que la puesta en marcha del acueducto no afectará el cauce del río.