El espacio, al que el reportero es invitado a sabiendas de la necesidad de mantener en el anonimato su ubicación y el cual está georreferenciado por haber recibido el apoyo de Hábitat, “es derivado de un proyecto presentado a la Secretaría de Salud, pero no podía ser por parte de gobierno, por ello se decidió invitar a la organización social ‘Con Decisión, Mujeres por Morelos’”, señala la representante de la asociación, Ana María Gutiérrez González.
Cuando se dio el inicio del refugio no había barda, “el espacio estaba lleno de hierba, no había condiciones de seguridad, lo que fue un obstáculo, e incluso se pensó que por ello se rechazaría el proyecto”, reconoció.
“Por ello comenzamos a construir una barda a través de un programa que denominamos ‘Dona un Ladrillo’; se gestionan recursos para la barda zaguán, además de que sólo se tenía una oficina y se daban terapias, atención médica, lo cual lo convertía en un espacio no muy digno para las mujeres y sus hijos, estaban en un galerón”, señaló.
Pero a raíz del trabajo conjunto con la directora y prácticamente fundadora de este espacio, Marisol Martínez Bautista, “todo se dividió con tablarroca para que hoy haya ocho habitaciones para que cada madre o joven tenga su habitación grande, con closet, literas y una estufa industrial”, señala, mientras muestra una presentación del antes y después de este espacio.
Pero además, con el proyecto ganado en la Secretaría de Salud se obtiene el apoyo “que incluye vestido, alimentación, medicinas, todo lo que se requiere para que funcione, además se había ya colocado la barda y se pone una malla y cámaras de vigilancia”, observó.
Hoy, “a través del trabajo, este espacio cuenta con un nuevo edificio, el cual cuenta con una escuelita, consultorio, almacén, oficina de la contadora y de la administradora, de la abogada y trabajadora social, así como de dos psicólogas”.
Mientras daba a conocer estos detalles, su teléfono sonó y se le informó que una de las psicólogas, Reyna, está enferma. Al colgar, comenta: “Eso es común, porque los asuntos que aquí se ven, enferman de verdad”.
Reconoce que la labor no es fácil; “hay parejas, maridos o ex maridos que han llegado a la puerta, pues desafortunadamente en el DIF o en la policía les dicen dónde estamos, cuando éste es un espacio que debe de ser confidencial, de seguridad y protección para las víctimas”.
Y es tal la indiscreción de algunas autoridades que recuerda un caso: “Tuvimos hace dos años el de una jovencita que es violada por su padrastro, quien además la avienta del segundo piso. Luego ella se va a trabajar como empleada doméstica, sitio en el que se desmaya; la llevan al hospital y de ahí al Ministerio Público. Como llegaron a las tres (de la tarde) y a esa hora se cierra la oficina, ya no la atendieron.
“El caso es que estuvo de un lado a otro y finalmente llega al refugio. Pero en la noche llegan a buscarla el padrastro y la mamá, porque en la policía les dijeron que aquí estaba dándoles señas de cómo llegar a este lugar”, lamenta.
“Siempre pedimos que los policías no digan nuestra ubicación; incluso a quienes se les da el servicio se les recomienda lo mismo. Pero a veces es difícil, necesitaríamos un centro externo, es decir, un espacio que sea conocido y donde se tenga acceso. Pero de ahí poder sacarlas sin que vieran adónde van a llegar inclusive para que ellas no supieran”, reconoce.
Por ello informa: “Recientemente metimos a concurso un proyecto para un centro externo; hoy está abierta la convocatoria para el refugio y centro externo y si se nos hace, vamos a poder tener una oficina. Estamos rezando para que se nos haga”, señala emocionada.
Mientras las mujeres están en este espacio se les otorgan talleres como ecotécnicas, pues los desechos orgánicos se aprovechan y se hacen compostas, se siembran hortalizas, pues la idea es que esto sea autosustentable; además reciben clases de yoga, zumba y otros talleres.
Recientemente el refugio recibió la visita de la presidenta de la Red Nacional de Refugios, Rosa María Salazar, de los que, por ley, debería haber por lo menos uno en cada municipio.