Vida y Estilo

Los médicos se preparan para los bebés con zika

A
unque la exposición al Zika en el embarazo no equivale necesariamente a que el niño nacerá con microcefalia, el riesgo es real y por ello los pediatras están tratando de resolver cómo hacer el seguimiento de éstos y cómo cuidar a los que sí presentan problemas.

El Financiero
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En septiembre, nacería el primer grupo de bebés que se sepa que estuvieron expuestos al virus del Zika en el primer trimestre de gestación. Los pediatras no saben qué esperar.

“Este no es como ningún otro brote ni epidemia”, indicó el doctor Fernando Ysern, un pediatra en Caguas, Puerto Rico, quien es el presidente del capítulo puertorriqueño de la Academia Estadounidense de Pediatría (AAP, por sus siglas en inglés).

En el campo pediátrico, el Zika se alza como una especie de virus del cataclismo del desarrollo que ataca la vulnerabilidad del desarrollo cerebral temprano, golpeando la base neurológica del potencial humano. Mientras que Puerto Rico, un territorio estadounidense, experimentará la primera oleada de niños afectados por el Zika, el resto de Estados Unidos se prepara para su propagación.

Hasta hace poco, el Departamento de Salud de Puerto Rico había reportado 22 mil 358 casos de exposición al Zika, incluidas mil 871 embarazadas. Las estadísticas más recientes de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés), hasta el 15 de septiembre, indican que son mil 348 las embarazas para “las que hay evidencia de laboratorio de una posible infección por el virus del Zika” en los territorios estadounidenses y 749 en Estados Unidos.

La exposición al Zika durante el embarazo no significa, definitivamente, que el niño nacerá con microcefalia, un cerebro y una cabeza anormalmente pequeños, o con problemas de salud relacionados con el virus. Sin embargo, el riesgo es real y los pediatras están tratando de resolver cómo hacer el seguimiento de estos niños y como cuidar a los que sí presentan problemas.

Si bien nadie sabe el riesgo verdadero de la exposición al Zika para el feto, los estudios han indicado que entre uno y 13 por ciento de las embarazadas infectadas con el Zika en el primer trimestre tendrán un hijo con microcefalia, pero una cantidad mayor podrían tenerlo con problemas del desarrollo más sutiles, relacionados a la exposición al virus en el útero.

La Academia Estadounidense de Pediatría (AAP, por sus siglas en inglés) anunció en septiembre una subvención de 350,000 dólares del Departamento de Salud y Servicios Humanos para crear una red de pediatras preparados para tratar a una generación de niños con problemas de salud relacionados al Zika. Los bebés necesitarán atención médica y sus familias, apoyo.

Sin embargo, ¿cómo se prepara uno para un desafío clínico nuevo, en evolución y todavía poco conocido? Los expertos en pediatría se reunieron en el verano para hablar sobre ello. Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades convocaron a la reunión, en la cual se juntaron toda una gama de subespecialistas pediátricos, desde los neonatólgos, pediatras del desarrollo conductual, oftalmológicos y ortopedistas; así como especialistas en enfermedades infecciosas y más.

Es tanto lo que no sabemos. El doctor Peter Jay Hotez, decano de la Escuela Nacional de Medicina Tropical en el Colegio Baylor de Medicina en Houston, dijo que es necesario responder varias grandes interrogantes. ¿Cómo es que el virus causa el daño? ¿Cuál es el espectro completo del daño, desde la claramente visible microcefalia hasta los cambios neurológicos menos visibles? ¿Y qué les pasa a los bebés expuestos al Zika después del nacimiento, cuando el cerebro todavía se está desarrollando?

La reunión produjo lineamientos temporales que se publicaron en el “CDC Morbidity and Mortality Weekly Report”. “Inicialmente, en los CDC, nuestro mayor objetivo era asegurarnos de que las embarazadas no se contagiaran con el Zika”, dijo la doctora Sonja Rasmussen, una pediatra y genetista clínica que es la directora de la división de difusión de la información sobre salud pública en los CDC. “En esta reunión se estaba tratando de asegurar que esos bebés tengan las mejores posibilidades de alcanzar su potencial más completo”.

Para formular las recomendaciones orientadas a los niños que nacen con microcefalia, en los que es claro que que el virus interrumpió el crecimiento cerebral en la gestación, se aprovechó la experiencia, muy reciente y en rápida evolución, de los médicos en Brasil. Estos bebés están en riesgo de padecer convulsiones, presentar problemas de la alimentación, de tiroides, de la vista, coyunturas excesivamente contraídas, y retrasos en el desarrollo. Es necesario practicarles exámenes neurológicos, de la audición, de la visión y hormonales regulares, así como brindarles mucho apoyo médico.

“Si usted ve a un niño que tiene una microcefalia tan significativa, usted conoce los problemas”, comentó el doctor Fan Tait, un neurólogo pediátrico que es uno de los directores adjuntos en la AAP y participó en la reunión.

Para brindarles una atención decente a estos niños, para apoyar a sus familias, se requieren subespecialistas, coordinación y un compromiso profundo para con una atención compleja. Este tipo de atención no siempre está disponible, en especial para niños de hogares con menos ventajas, y existe la inquietud de que el zika, como muchas otras enfermedades, puedan avanzar en el sentido de los privilegios, donde los pobres tengan más posibilidades de estar expuestos ya sea porque sus condiciones de vida tienen menos protecciones o por trabajar al aire libre.

“Nadie está realmente seguro de la magnitud de aquello a lo que nos enfrentamos”, dijo Tait.

¿Y qué hay con los niños que tienen la cabeza de tamaño normal al momento del nacimiento, pero se sabe que estuvieron expuestos a este virus, que ataca al cerebro en desarrollo? Rasmussen preguntó: “¿La microcefalia es solo la punta del iceberg o esos niños sin microcefalia al nacimiento van a estar bien?”. ¿Qué tipo de monitoreo es necesario cuando los bebés tienen un aspecto normal?

Es un equilibrio delicado, el de observar y esperar, porque no quieres etiquetar a los niños, ni crear una ansiedad extra en los padres. Pero, por otra parte, los problemas menos visibles del desarrollo son exactamente donde toda nuestra experiencia muestra que ser vigilantes para emitir un diagnóstico temprano puede marcar la diferencia.

“Sí sabemos que si los niños tienen pérdida de la audición, problemas de la visión, retraso en el desarrollo, es mejor que los identifiquemos temprano”, notó Rasmussen. Los lineamientos temporales recomiendan “el monitoreo adicional, hasta que esté disponible mayor información concerniente a los resultados”, incluidas pruebas regulares de la visión y la audición, y educar a los padres sobre cuáles problemas deben observar.

En un ensayo elocuente, en el sitio web de la Academia Estadounidense de Pediatría, Ysern discute el ejercicio de la pediatría en lo que llama “los tiempos del Zika”, en los que a sus pacientes y a su comunidad los ensombrece una epidemia siniestra que toca muchos aspectos de su vida.

Estamos rastreando la propagación de un virus por todo el mapa, seguido por una generación de bebés nacidos con el sistema nervioso irreparablemente dañado, y su vida y potencial escritos prenatalmente por la infección. Sabemos que necesitarán atención extra durante toda su vida.

Con informacion de el financiero

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