Ambos productos, presentes en la historia de México desde la antigüedad, fueron estudiados por la bióloga Blanca Olguín, catedrática del Colegio de Estudios Científicos y Tecnológicos de Hidalgo, institución de nivel medio superior, en el poblado de Poxindeje del municipio de San Salvador de ese estado del centro de México.
“Los dos proyectos son escolares, ganaron concursos y han escalado hasta ser productos con patente como el caso del polvo para purificar agua, que se elabora a partir del nopal, mientras que en el caso de la tuna estamos en vías de obtener la patente”, explicó Olguín en entrevista con Efe.
La investigadora contó que con el nopal partieron de un conocimiento empírico ya que en el Valle del Mezquital, región árida emblemática del estado de Hidalgo, “la población recuperaba el agua de lluvia, y lo sigue haciendo”, para posteriormente poner en el agua nopales picados antes de beberla.
Por ello, Olguín decidió investigar las propiedades del nopal en 2011 y dos años después, luego de decenas de experimentos, diseñó junto con alumnos “un proceso químico para obtener el mucílago o baba del nopal y convertirlo en polvo, el cual sirve para purificar el agua”.
Tras la obtención de mucílago, este se deshidrata y se convierte en polvo. “Por cada litro de agua se necesitan 0,4 gramos de mucílago, que se agrega directamente al agua, se agita, se deja reposar”, explicó.
Dijo que el efecto del mucílago es englobar bacterias y materia orgánica en suspensión, y posteriormente se da la floculación, proceso mediante el cual se aglutinan sustancias dispersas, y luego se procede a la filtración, y es cuando el agua ya está purificada y potable.
El mucílago, del que se obtienen 1.2 gramos por cada kilo de nopal, elimina metales pesados, bacterias coliformes, sales como cloruros, fluoruros y sulfatos, y mediante estudios se busca obtener más gramos.
Al ser el Valle del Mezquital un lugar donde se dan mucho el nopal y la tuna, la materia prima se sobreproduce, tanto que un kilo de nopal cuesta 1.5 pesos (0.07 centavos de dólar). “El proceso dura 24 horas y el proyecto es viable”, apuntó la bióloga.
En el caso de la tuna se utiliza un proceso químico similar al del mucílago del nopal, y el azúcar que se obtiene se cristaliza y se hace polvo que al final es el edulcorante, al que llamaron candittun.
“La tuna tiene una alta cantidad de azúcares” diferentes a la común, ya que son “reductores”, refirió Olguín.
El proceso comienza con la obtención de la pulpa, luego se separa la fibra, y del líquido que se obtiene se extraen carbohidratos y azúcares puros.
Además, “la tuna tiene muchas sustancias como aminoácidos, antioxidantes, vitaminas y minerales” de gran valor nutricional, los cuales también permanecen en el polvo edulcorante, apuntó. Por cada kilogramo de pulpa de la tuna se obtienen 140 gramos de azúcar.
Para la investigación se utilizó la especie de nopal Opuntia ficus, la más común en la región.
“El polvo que se obtiene es similar al azúcar, aunque endulza un poco menos”, indicó Olguín, y recordó que esta patente está en progreso y lo mismo su entrada a la incubadora de negocios del Instituto Politécnico Nacional (IPN), fase en la que ya se encuentra el nopal.
Ambos productos aún no están comercializados debido a que el plan de negocio no ha sido fácil por la falta de recursos y porque la bióloga, egresada de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), nominalmente es docente y no investigadora.
Con alrededor de 80 variedades de tuna y 100 de nopal en México, ambos figuran en el escudo de la bandera nacional.