Si buscas en internet “¿cómo ahorrar?”, la mayoría de los sitios web te sugerirán gastar menos de lo que ganas o vivir según tus ingresos, es decir, apegarte a tu presupuesto mensual y dejar de lado las frivolidades.
Según esta filosofía, nuestro principal problema como sociedad es destinar la mayor parte de nuestro sueldo a satisfacer caprichos en lugar de necesidades. Dentro de la categoría de necesidades entrarían los básicos como: alimentos, renta, servicios, transporte, educación e higiene. ¿Recreación? Siempre y cuando no suponga un gasto extraordinario: parque en lugar de cine, cena en casa en lugar de en restaurante, etcétera. ¿Ropa nueva? Claro, si la que tienes ya ha quedado reducida a harapos y, por supuesto, opta por ropa de segunda mano y que no sea de marca porque cuesta más. ¿No estamos llevándolo demasiado lejos?
Depende de la interpretación que se le dé. Ya sea que gastes tu sueldo hasta la última moneda o te endeudes de más porque no parece alcanzarte, el problema es el mismo: la cantidad de recursos que recibes no es congruente con cuánto gastas o, peor aún, lo que ahorras.
Reducir gastos no es la definición de “agradable”, pero llega a ser necesario si te encuentras luchando continuamente con llevar a cabo tus pagos, endeudarte menos o alcanzar el fin de mes sin un apartado de ahorro. En realidad, esto no tiene una connotación negativa, a menos que sea haga costumbre, claro.
¿Cómo podría esto afectar tu futuro? Muy fácil: si te acostumbras a vivir con poco, ¿cuál es el motivante para ganar más? ¿No estás limitando tus experiencias y posibilidades por una barrera que tú mismo puedes quitar?
Robert Kiyosaki, autor del best-seller Padre rico, padre pobre, nos dice lo siguiente: “Vivir con menos de lo que ganas asume que la solución es reducir tus gastos. La solución es incrementar y expandir tus ingresos.” Según Kim Kiyosaki, esposa del afamado escritor, vivir con menos de lo que ganas es asumir que la solución es reducir tus gastos, gastar más de lo que ganas es dar por sentado que el dinero vendrá por sí sólo. La solución es incrementar tus ingresos.
Cualquiera puede reducir gastos. Cualquiera puede esperar y rezar porque el dinero llegue, pero toma creatividad, conocimiento y atrevimiento incrementar tus ingresos- para expandir tus medios a través de inteligencia financiera.
Existen tres formas lógicas de aumentar tus ingresos:
- Obtener un aumento o un segundo empleo
- Comenzar un negocio
- Invertir
Ninguna de ellas es particularmente sencilla, pero he ahí el truco: nadie dijo que tener la vida que visualizamos vendría gratis. Más que una mentalidad de “ahorro” y, de cierta manera, “austeridad”, hay que pensar en cómo generar abundancia y ponernos a actuar. No para tener más “cosas”, sino más experiencias. ¿A quién no le gusta viajar? ¿Ir al teatro? ¿A conciertos? Todas estas son actividades que alimentan nuestro intelecto, amplían nuestra perspectiva y despiertan nuestra creatividad, pero, claro, para acceder a ellas es necesaria una inversión de recursos que, de presupuestar, no recaen en la categoría de “necesidades básicas”.
Ahorrar siempre es una opción para mantener bajo control nuestras preocupaciones financieras y tampoco estamos diciendo que gastes todo lo que ganas y sobregires tus tarjetas. Sin embargo, cuando quieras algo en lugar de decirte: “No, no me alcanza” o “Sí, y luego veo cómo lo pago”, piensa “¿Qué puedo hacer para obtenerlo sin el estrés de adquirir una deuda?”
Antes de decirte “sí” o “no”, piensa en un porqué, y si la respuesta es “sí”, pregúntate cómo. Ningún extremo es bueno y todas tus decisiones son válidas siempre y cuando cuentes con fundamentos para justificar —a ti mismo— tus acciones. Así que la próxima vez que alguien te diga que no puedes irte de viaje por cuánto ganas o porque tienes que ahorrar, cambia tu mentalidad a cómo harás para mantener tu fondo de emergencia y, además, ahorrar para tu viaje.
Recuerda que el dinero más que un fin es un medio, y existe más de un camino para llegar a Roma, todo radica en buscar, pensar y actuar.
Con Información Forbes