Las primeras impresiones importan, y las apariencias también, para qué vamos a negarlo. Y más cuando el postureo está de moda. No solo barbas y pitillos dominan en la fauna callejera, también las gafas de pasta, incluso cuando su portador ve perfectamente. Quizá muchos las lleven solo por imitación, pero lo cierto es que las lentes siempre han representado un estereotipo de inteligencia.
Aunque haya gente que no logre disfrazar su capacidad intelectual con una montura, parece que la mayoría de las veces el truco surte efecto. Un grupo de científicos se propuso comprobarlo en un estudio. En uno de los experimentos, hicieron a los participantes juzgar a las personas que aparecían en una serie de imágenes. Algunos de los fotografiados lucían gafas de pasta, otros sin montura y el resto no las llevaban.
Los voluntarios tenían que dar su opinión, entre otras cosas, sobre si los individuos en cuestión parecían tener éxito o si eran inteligentes y atractivos. En cuanto a las dos primeras cuestiones, qué duda cabe que la mayoría de voluntarios tildaron a los cuatro ojos de listos y famosos, independientemente del estilo del complemento.
No obstante, cuando tuvieron que escoger a los guapos, prefirieron a los de cara descubierta y los de montura fina antes que a los 'gafapasta'. Aunque esto último hoy es inimaginable, sus resultados demuestran que sí, que los cristales convierten a hombres y mujeres en sabios a ojos de los desconocidos.
A algunos chicos ni siquiera les hace falta llevar lentes. Les basta con tener una cara, barbilla y nariz más bien alargadas y unaseparación entre los ojos suficiente, según un estudio de investigadores checos. Las féminas no tienen tanta suerte. Estos expertos comprobaron que los participantes en su análisis no podían juzgar de la misma manera la posible inteligencia de las chicas que aparecían en las fotografías que les mostraban. Dicen que a ellas se las observa de distinta manera y que su atractivo interfiere en las opiniones.
Gestos y forma de hablar
Como no podemos modificar nuestra cara, intentamos cambiar de gestos y actitud para fingir ser lo que no somos, o para exagerar lo que nos conviene. Si te pidieran que pronunciases un discurso aparentando ser muy listo, ¿qué harías? ¿Te pondrías serio y cambiarías el tono de voz? Esto hizo un grupo de universitarios a los que se les propuso el reto para que otras personas pudieran luego juzgar si parecían o no inteligentes.
Los psicólogos que analizaron sus actitudes y las consideraciones de los observadores se dieron cuenta de que muchas de las tácticas no eran demasiado acertadas. Dejar de sonreír o utilizar términos rimbombantes no vale de nada. Las palabras esdrújulas están sobrevaloradas, y ni siquiera recurriendo al 'supercalifragilísticoespialodoso' de Mary Poppins pasarás por un erudito. Lo mismo ocurre si usas un lenguaje con expresiones largas y complicadas cuando escribes; si no hacen falta, corres el riesgo de parecer lo contrario de lo que deseas.
Otras estrategias sí valen, como colocarse derecho y mirar a las personas a los ojos mientras hablas. Los que debían juzgar la inteligencia de los estudiantes también consideraban más listos a los que tenían una expresión facial de seguridad (nada de caras de póker ni gestos forzados), se expresaban con claridad y prestaban atención a la audiencia.
Cómo caminas te delata
Si quieres parecer un verdadero sabio, hay otras dos costumbres que tienes que evitar: caminar demasiado deprisa o muy despacio, y sostener una cerveza en el momento menos indicado. Consumir alcohol delante de abstemios te hace parecer idiota, según un trabajo de dos investigadores estadounidenses. Pasa lo mismo al contrario: los que sujetan una bebida alcohólica también toman por tontos a quienes no lo hacen.
Estos científicos llegaron a la conclusión de que no siempre acertamos con las apariencias. Por ejemplo, en una entrevista de trabajo que tiene lugar durante una cena, el jefe suele ver con mejores ojos al candidato que se decanta por un refresco que al que pide una copa de vino (incluso cuando él ha pedido una antes). Los amantes del zumo de uva lo ven de distinta manera: creen que su elección es la más acertada.
Cuanto más queremos aparentar, más fácil es descubrir que vamos de listillos y que las estrategias que utilizamos se vuelvan en nuestra contra. Si no se te da bien actuar y no quieres renunciar al alcohol,cómprate unas gafas. Siempre funciona. [ElMundo]