La ansiedad es un estado emocional cognitivo que no tiene por qué estar asociado a un estímulo externo y que se caracteriza por un conjunto de síntomas persistentes que suelen ser diferentes en cada persona. Así pues, la ansiedad puede presentarse en forma de pánico, taquicardias, sensación de catástrofe o peligro inminente, cansancio, fatiga o debilidad y, en ocasiones, según apunta el psicólogo, puede también somatizarse.
En cuanto a la alimentación, es importante llevar una dieta equilibrada, ya que de lo contrario es fácil entrar en un círculo vicioso. “En líneas generales cuando tenemos ansiedad dormimos y comemos peor, cosa que a su vez nos provoca más ansiedad, además de que podemos sentir lo que se llama hambre emocional, que nos puede llevar a comer compulsivamente para tratar de contrarrestar los síntomas”, continúa el experto.
Además de llevar una dieta variada y equilibrada rica en frutas, verduras y hortalizas, si tenemos ansiedad es fundamental evitar todos estos alimentos:
Galletas
Para controlar la adicción al dulce, la experta recomienda incorporar plantas como “la garcinia, que se relaciona con la mejoría de la apetencia de dulce, o el glucomanano, una fibra para aumentar la saciedad”.
La nutricionista insiste, no obstante, en que cuando se padece ansiedad “es fundamental buscar apoyo profesional para poder identificarla y gestionarla, y no solo tener mejores hábitos de alimentación, sino sentirnos mejor en todas las facetas de la vida”.
Café
Según Galán, “la cafeína es un excitante y cuando tenemos ansiedad no es recomendable consumir sustancias excitantes que puedan aumentar nuestro nerviosismo”. Este consumo depende, sin embargo, del grado de tolerancia a la cafeína de cada persona, de manera que es fundamental adaptar su consumo a nuestras necesidades siempre que no se superen las tres tazas diarias.
Alcohol
El alcohol es uno de esos falsos amigos que pueden ayudar a mejorar momentáneamente un cuadro de ansiedad, provocando cierta desconexión e incluso euforia, pero, en palabras de Galán, “nada más lejos de la realidad”. El alcohol actúa como depresor del sistema nervioso, de manera que no solo no disminuirá la ansiedad, sino que probablemente la agrave. En este sentido, la bebida de elección debe ser siempre el agua, que puede ayudar incluso a mejorar los síntomas. Según Andrés Córdoba, psicólogo de BluaU, de Sanitas, “hay algunos consejos que nos pueden ayudar si sentimos ansiedad por comer compulsivamente, como beber agua 15 minutos antes de comer, llevar siempre preparada comida saludable o realizar unas respiraciones profundas”.
Un experto señala, no obstante, que si el problema persiste lo mejor es pedir ayuda profesional, pues es fundamental “identificar por qué estamos sintiendo ansiedad: ya sea por un trastorno psicológico, una alteración endocrina, como hipertiroidismo, o un excesivo consumo de excitantes, como la cafeína. Posteriormente, se debe trabajar la relación entre la ansiedad y la comida, y si hay otras emociones asociadas (comer como premio, por aburrimiento, por tristeza...)”.
Ginseng
El ginseng es una planta de uso habitual como suplemento, pues numerosos estudios certifican que puede mejorar la función mental, el rendimiento deportivo y reducir la fatiga y debilidad. Entre sus efectos adversos encontramos, sin embargo, que puede provocar nerviosismo y ansiedad, de manera que conviene consultar a un profesional antes de tomar tanto este como cualquier otro suplemento. “De manera general, es fundamental tener muy planificada la alimentación y los hábitos diarios, controlar lo que compramos y tenemos en casa y saber identificar y recompensar (nunca con comida) las conductas que conseguimos controlar en ese sentido. Tener una lista de alternativas, elaborar picoteos saludables controlando los horarios y cantidades y cambiar de tarea una vez finalizada la comida son hábitos que pueden ayudarnos”, explica Galán.
Embutidos
Los alimentos ricos en grasas saturadas y trans, como los embutidos, la bollería y otros procesados, pueden provocar ansiedad. Así lo señala un estudio realizado por la Universidad de Loma Linda (California) y publicado en Brain, Behaviour and Immunity, que mostró que los roedores que consumieron más grasas saturadas durante la adolescencia tuvieron más dificultades para lidiar con el estrés durante la edad adulta. Esto se debe, según la investigación, a que la exposición a una dieta obesogénica durante la adolescencia conduce a una maduración anormal de los sustratos neuronales que sustentan el miedo y la ansiedad.