Desde tiempos prehispánicos era común encontrar calaveritas de barro o pintadas con sangre en rituales y ofrendas a los dioses. Los españoles trajeron consigo la técnica árabe del alfeñique (trabajo con azúcar), misma que los indígenas adaptaron a sus costumbres para dar como resultado las primeras calaveritas de azúcar, con las que se rendía tributo a los difuntos.
El alfeñique es una mezcla de clara de huevo, azúcar, gotas de limón y chaucle, una planta que ayuda a que todo se amalgame bien. Algunos le agregan miel o fécula de maíz. Después de hacer el proceso del alfeñique se ponen en moldes de barro donde se dejan enfriar y secar. Con esta técnica hacen también los ataúdes, “platillos” (como cazuelitas con mole y arroz) y paletas que vemos en los altares.
Originalmente se hacían en los conventos y posteriormente el proceso se extendió por todo el país. Toluca, por ejemplo, es muy famoso por la elaboración de las calaveritas de azúcar y cada 2 de noviembre se hace una feria dedicada a esta milenaria tradición.
Hoy en día, existen muchas variaciones: de amaranto, chocolate, pepitas, caramelo y hasta calaveritas veganas que hacen con agua de garbanzos cocidos ¿Cuáles son tus favoritas?