En estos días, la limpieza ha tomado más protagonismo a raíz de la pandemia del coronavirus por la que atraviesa el mundo.
Pero hay que saber diferenciar entre estar pendiente de seguir un correcto protocolo de limpieza, tanto personal como doméstico, y otra muy distinta es tener una obsesión con la desinfección que nos lleva a padecer una ansiedad desmesurada.
La misofobia se define etimológicamente como el miedo a la contaminación. Pero los afectados por este trastorno no solo pueden desarrollar un temor patológico a la contaminación que conllevan la suciedad, los virus y las bacterias, sino que los olores corporales también suelen provocar comportamientos obsesivos en ellos.
De este trastorno se desprenden otros como la rupofobia, el miedo a la suciedad, la bacilofobia, bacteriofobia o la verminofobia, todos ellos hacen referencia a la fobia a los gérmenes.
Según el doctor Ángel Pozo, especialista en psicología clínica, quienes padecen este trastorno sufren de los que se llama pensamientos intrusivos, los que se manifiestan en forma de duda.
Así, por ejemplo, la persona puede pensar que al tocar el pomo de una puerta puede haber contraído alguna enfermedad y se hará preguntas como: ¿me pasará algo grave? ¿contagiaré a mis hijos? ¿les pasará algo a ellos?
Ante estos escenarios de duda, el afectado genera ciertas conductas que tratan de evitar situaciones o actividades en las cuales puede contaminarse, aunque no siempre, estas conductas pueden llegar a tener el carácter de un ritual en la vida del afectado.
Un claro ejemplo de misofobia lo podemos ver en la película “Mejor imposible”, en donde Jack Nicholson interpreta a un personaje tal cual se ha descrito en los párrafos anteriores. Por sus características, la misofobia se engloba dentro de los trastornos obsesivos compulsivos conocidos como TOC.