Texto por Carlos César Carrasco Curiel
Todos en algún momento de la vida nos hemos sentido fatigados para despertar y comenzar con nuestras actividades, esto se da por diversos factores como: dormir pocas horas, el estrés, saltarse los alimentos, tomar poca agua, entre otros. Sin embargo, hay un sector de la población que enfrenta una situación diferente ya que el cansancio y la falta de energía persisten, la causa puede derivarse del Síndrome de Fatiga Crónica (SFC).
¿Qué es el síndrome de fatiga crónica? Es un trastorno complejo que se caracteriza por sentir una fatiga extrema que no puede atribuirse a ninguna enfermedad preexistente, y se manifiesta con un conjunto de síntomas que comúnmente suelen confundirse con otros padecimientos.
De acuerdo con el estudio "Síndrome de Fatiga Crónica y su Diagnóstico en Medicina Interna” del Hospital Universitario La Paz, perteneciente a la Universidad Autónoma de Madrid, se estima que a nivel mundial este síndrome afecta entre 2 y 5 millones de personas a partir de los 40 años, en su mayoría a mujeres. A pesar de que el SFC es reconocido desde hace 30 años por la Organización Mundial de la Salud (OMS), con la intención de dar a conocer las dificultades que millones de personas enfrentan en el mundo, es una enfermedad de la que poco se sabe y a su vez difícil de diagnosticar.
Señales de alerta
Las causas de su aparición no son específicas, pero pueden ser virales como el Epstein-Barr, herpes y leucemia; inclusive el SFC puede desencadenarse posteriormente a una enfermedad viral, a causa de que el sistema inmune se encuentra debilitado. Sin embargo, aún no se ha encontrado un vínculo preciso.
La relación de síntomas en conjunto es extensa y complica la calidad de vida de las personas, pues provoca aislamiento social, ausentismo laboral y depresión. Algunos de ellos podrían ser fatiga y agotamiento extremo sin haber realizado alguna actividad física, desorientación, pérdida de memoria a corto plazo, dolor de garganta, muscular y de cabeza, fiebre, inflamación de ganglios linfáticos en cuello y axilas o insomnio.
La importancia del diagnóstico
La complejidad del diagnóstico se debe a que no se cuenta con un examen para determinar si una persona tiene este síndrome. Por ello, los médicos desarrollamos el historial clínico preciso del paciente, así como la exploración física completa y varias pruebas de laboratorio. Para alcanzar una conclusión correcta, pueden pasar semanas, incluso meses. Cuando se logra diagnosticar, se deben prescribir tratamientos enfocados para aliviar cada uno de los síntomas, como son analgésicos, multivitamínicos y terapias específicas:
Vitaminas: Los multivitamínicos son una opción para mitigar la fatiga porque incluyen diversos grupos de vitaminas como la B12, B1 y B6.
Analgésicos: Para infecciones, dolor, fiebre e incluso los fármacos antivirales son indispensables. En caso de que el paciente tenga más avanzada la enfermedad, los antidepresivos pueden ayudarle a sobrellevar su situación.
Terapias: Las intervenciones psicológicas y fisiológicas harán que el paciente pueda lidiar con su padecimiento y se active físicamente.
Finalmente, se debe recordar que el tratamiento integral es un factor clave para combatir los síntomas que rodean al Síndrome de Fatiga Crónica y así ver una mejora en la calidad de vida de las personas.
*Carlos César Carrasco Curiel, autor de este texto, es médico cirujano por parte de la Universidad Regional del Sureste y enlace médico científico de Laboratorios Silanes www.silanes.com.mx. Cuenta con una maestría en Administración con concentración en Negocios en Salud por parte de la Universidad Latinoamericana, lo que suma a su visión estratégica e integral de la industria del cuidado de la salud.