Los padrinos y madrinas son considerados por algunos como los segundos padres de un niño y los responsables de guiarlo, cuidarlo y criarlo desde la infancia hasta la vida adulta.
Aunque el «cargo» suele oficializarse en la iglesia durante el bautismo, el apadrinamiento puede ir mucho más allá de las cuestiones religiosas.
Funciones de los padrinos según la Iglesia
En el catolicismo, religión que aún predomina en los países de habla hispana, los padrinos deben asistir a un curso en la parroquia antes del bautismo, para que se sientan miembros de la comunidad religiosa. La única regla es que sean mayores de 16 años y que hayan sido bautizados.
Las guías religiosas recomiendan que los padrinos sean una especie de mentor del ahijado en temas como la esperanza, la fe en el amor y el desarrollo de valores cristianos, como ser generoso, gentil y justo con el prójimo.
La importancia de los padrinos en el día a día
Pero como el rol de los padrinos y madrinas no necesariamente está ligado de forma directa a la religión, la participación en la crianza de sus ahijados puede presentarse de diferentes maneras. Además de contribuir como modelo o inspiración para el niño, el padrino o la madrina pueden colaborar de forma práctica, como en cuestiones financieras, ayuda en los estudios, etc.
Los padres que no siguen una religión o deciden no bautizar a sus hijos, pero quieren que tengan padrinos pueden confiarles el rol a personas cercanas, para ser una especie de «padrinos y madrinas del corazón».
Los elegidos tendrán las mismas «funciones» que los padrinos más tradicionales: cuidar a los niños y demostrarles afecto, algo que generalmente ocurre en el tiempo compartido. Lo importante es, por lo tanto, hacer que el vínculo padrino-ahijado se establezca con una persona que quieres y en la que confías, así como tener presente que deberá formar parte de la vida del niño para siempre.