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¿Tú hijo es quisquilloso con la comida? 5 formas de que las comidas sean más divertidas y saludables

Kathryn Walton
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Si en casa tienes a un niño tiquismiquis para comer, no estás solo. Casi el 50% de los padres afirman que sus hijos pequeños son quisquillosos con la comida. Si son selectivos a la hora de comer, pueden hacer que las comidas sean un caos. Ya tenemos bastante con preocuparnos de que no se desperdicie comida y de que tu hijo coma suficiente comida "buena" y poca comida "mala" (o al menos que coma suficiente). Estas luchas diarias pueden hacer que las comidas se conviertan en una carga y planificarlas teniendo en cuenta las preferencias de los más pequeños puede ser casi imposible.

Sin embargo, hay buenas noticias: algunos de los comportamientos comunes de los niños quisquillosos con la comida, como rechazar nuevos platos o tener rabietas a la hora de comer (porque solo quieren comer su comida favorita) son normales.

 Las investigaciones sugieren que con el tiempo y tras varias exposiciones (sin verse presionados) a la comida, la mayoría de los niños acaban aceptando los nuevos alimentos. También respirad con alivio porque la mayoría de los niños que están considerados como quisquillosos con la comida no suelen tener deficiencias alimentarias o un ritmo de crecimiento por debajo de la media.

Somos investigadores en nutrición y hemos llevado a cabo varios estudios con los que hemos confeccionado varias estrategias que puedes utilizar para que las comidas sean más felices y más sanas. Junto con otros estudios realizados con niños pequeños, el resultado son cinco formas para reducir el estrés durante las comidas y para ayudar a tu "quisquilloso" a tener una dieta más sana.

1. Cambia tu manera de ver las cosas

El primer paso que pueden tomar muchos padres que se sientan agotados es cambiar el punto de vista.

Durante los años preescolares, la ralentización del crecimiento (en comparación con el rápido crecimiento observado durante la infancia y la niñez) puede tener un impacto en la dieta. También es el caso de los cambios de actitud, como cuando el niño empieza a tener un sentido de independencia.

Ahora son responsables de sus propias preferencias y acciones, de ahí que prefieran alimentarse a sí mismos, desarrollando un gusto más estricto sobre la comida.

Si nos quedamos con que los niños son "quisquillosos con la comida", estamos insinuando que dichos comportamientos, considerados normales durante el desarrollo, son un acto de rebeldía.

Si nos tomamos el rechazo a la comida como un acto de rebeldía, la hora de la comida probablemente nos resultará estresante. Tendemos a centrarnos en que nuestros hijos cumplan nuestras órdenes en vez de intentar que desarrollen una relación sana con los alimentos.

Las frases del tipo "tienes que comerte tres cucharadas más" son normales, pero pueden hacer que acabes es un ciclo de discusiones con tu hijo.

En algunas situaciones, el ciclo de presiones y negativas puede aumentar y hacer que cedas para que tu hijo coma cualquier cosa, dejando que coma lo que quiera y creando hábitos alimenticios negativos.

En vez de pensar en este tipo de actitud como un acto de rebeldía, podemos entenderlo como una forma de mostrar independencia durante las comidas, algo completamente apropiado para su edad. Tu hijo discriminará los alimentos basándose en las nuevas cualidades de la comida como son el sabor, la textura, su presentación y la familiaridad.

Céntrate en promover los buenos hábitos alimenticios de tu hijo sin presionarle y disfruta del tiempo que pasáis juntos durante las comidas en vez de centrarte en su ingesta de alimentos.

2. Adáptate, pero sin ceder

Si te adaptas a las preferencias de tu hijo durante las comidas ambos salís ganando: los niños adquieren un poco de independencia y se comen la comida que les preparas.

A la hora de planificar las comidas, pregúntale a tu hijo qué le gustaría comer esta semana o llévatelo a hacer la compra y dile que escoja una verdura que quiera probar.

Adaptarse a las preferencias de los niños no significa cenar nuggets de pollo todas las noches. Si vas a hacer un plato exótico de comida picante, pon menos especias para los niños.

Las comidas en las que los niños pequeños pueden servirse solos también son una buena idea porque les permite escoger cuánto van a comer (por ejemplo, sin incluir la salsa).

3. Haz que los niños prueben comidas nuevas

No le metas presión a tu hijo para que coma lo que no le gusta. No pasa nada si no le gusta el brócoli.

Varios investigadores del Reino Unido han probado varios métodos para hacer que los niños prueben las verduras que no les gustan. Tras 14 días de pruebas, llegaron a la conclusión de que las mejores estrategias incluían una combinación de una exposición diaria repetida a dichos alimentos, ofrecer recompensas no relacionadas con la comida si probaban los alimentos que no les gustaban y que los padres comieran la misma comida que el niño.

Si rechaza la comida en un primer momento, vuelve a intentarlo varias veces (sin presionarle). Puede tardar entre 10 y 15 veces hasta que a un niño le guste un nuevo alimento.

Es mucho más fácil hacer que un niño pruebe nuevos alimentos que forzarle a que se los coma. Prueba a ofrecer porciones pequeñas.

Utilizando recompensas como pegatinas puedes mejorar la tolerancia de tu hijo a aceptar nuevos alimentos y hacer que cada nuevo plato sea algo divertido. Felicita a tu pequeño cuando pruebe nuevas comidas y mantente imparcial si decide no comerselas.

4. Sé un modelo de alimentación sana

También es importante comer con tu hijo cuando le ofrezcas comidas nuevas. ¡No puedes esperar que tu hijo coma verduras si tú tampoco te las comes!

Los niños con padres que tienen hábitos alimenticios saludables suelen ser menos "quisquillosos", suelen probar más verduras que no les gustan y en general consumen más fruta y verduras.

5. ¡Los niños pueden ser nuestros pinches de cocina!

Hacer que toda la familia participe a la hora de cocinar puede aliviar el estrés durante las comidas.

¡No tienes por qué hacerlo todo tú solo! Puedes hacer que tu hijo lave los alimentos que vas a cortar o que ponga la mesa mientras la cena está en el horno.

Hay varios estudios que muestran que los niños que se involucran de alguna manera en la preparación de las comidas tienen una actitud más positiva hacia la comida y son suelen comerse la comida que han ayudado a cocinar.

Haciendo que tu hijo sea tu pinche en la cocina conseguirás que coma más alimentos saludables a corto plazo y le vas a enseñar buenas prácticas para toda la vida.

Si dejas que tu hijo desarrolle sus propios gustos, preferencias y pasión por la comida sana, las comidas en familia serán más amenas a corto plazo y la dieta de tu hijo se verá beneficiada a largo plazo.

Autores: Kathryn Walton, Dietista y profesora en Nutrición Aplicada, Universidad de Guelph y Jess Haines, Profesora Asociada de Nutrición Aplicada, Universidad de Guelph

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