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Cómo superar el miedo (colectivo) que dejan los sismos

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El sismo de magnitud 7.2 del pasado 16 de febrero reavivó el temor de otra desgracia como la del 19 de septiembre del año pasado, por eso es importante aprender a lidiar con el miedo a otro temblor.

El 19 de septiembre del año pasado, la tierra nos recordó la alta sismicidad del suelo mexicano. Un temblor de magnitud 7.2 —con epicentro en Morelos— causó la muerte de más de 300 personas y el derrumbe de decenas de edificios en Ciudad de México. El sismo del pasado 16 de febrero —el de mayor intensidad registrado recientemente— no causó daños mayores, pero sí reavivó el temor a otra desgracia.

En el sismo de septiembre cientos de personas perdieron sus hogares y muchas de ellas también a sus seres queridos. Todos perdimos un poquito la tranquilidad. El miedo es el que queda después de un temblor, pero también la necesidad de hablar de la importancia de la salud mental.

 Especialistas dijeron que para superar el temor a los sismos y la tragedia que pueden traer consigo es necesario iniciar o continuar procesos terapéuticos que permitan sanar heridas psicológicas y emocionales para evitar el desarrollo de estrés postraumático y otros padecimientos mentales.

Miembros del grupo Doctor Payaso abrazan a una mujer que perdió su hogar en el sismo del 19 de septiembre del año pasado.

Entender el miedo e identificar cuando ya no es "normal"

Ante una catástrofe como un sismo que causa grades daños, la primera respuesta es adaptativa: el miedo. "El miedo se procesa en regiones muy por debajo de la corteza (cerebral), por eso es una herencia evolutiva. Al procesarse en esa zona asumimos que es una respuesta adaptativa, un aprendizaje inmediato ante el riesgo", explicó la neuropsicóloga clínica Tania Gómez.

Ese miedo se puede vivir como pesadillas, temor a que otro sismo ocurra, no querer estar solos, hipersensibilidad a sonidos que antes eran indetectables, imaginar escenarios catastróficos, etcétera.

Sin embargo, el deterioro emocional ocurre cuando no se sabe qué hacer con ese miedo,lo que puede causar malestares fisiológicas, como ataques de pánico, alteración de la respiración y problemas gastrointestinales, agregó la especialista.

Las consecuencias físicas se dan porque "el cuerpo está produciendo todo el tiempo hormonas de la respuesta del miedo: adrenalina y cortisol, principalmente, porque ese cuerpo tiene la orden de que hay un peligro constante".Tania Gómez
Así que en este momento de crisis, la prioridad es identificar qué tipo de pérdida se está enfrentando (la de un ser querido, el hogar, heridas físicas) y prestar atención a las respuestas fisiológicas, para "echar a andar esquemas funcionales para resolver la situación".

Gómez agregó que para regular las respuestas fisiológicas es necesario enseñar técnicas de respiración (como respiraciones profundas) que permitan regular la frecuencia cardiaca, así como relajamiento muscular.

Durante las primeras semanas después del desastre natural, el miedo es normal. Sin embargo, si después de un mes los síntomas permanecen o se agravan (con actitudes como aislamiento, irritabilidad o temor insoportable), será necesario consultar a un psicólogo o, en caso de necesitar medicina, a un psiquiatra.

El estrés postraumático, por ejemplo, tiende a aparecer hasta un mes después del hecho traumático.

Los riesgos de no tratarlo son desarrollar adicción a sustancias sedantes, como drogas o alcohol, problemas de memoria (pues el cerebro trata de olvidar el hecho traumático con el cortisol, que mata neuronas), problemas en las relaciones interpersonales, pérdida de continuidad en cosas que antes se hacían con gusto, entre otras, explicó el psiquiatra Rafael Salin.

Una imagen de las labores de rescate en el edificio de Álvaro Obregón, tras el sismo del 19 de septiembre del año pasado.
 

La importancia del proceso terapéutico para sanar

Ambos especialistas coincidieron en que es un momento clave para informar a las personas de la relevancia de cuidar de la salud mental.

Por eso, el doctor Salin ha creado el grupo Psicotopos, integrado por al menos 50 psiquiatras. Su principal labor es la "psicoeducación, que la gente detecte 'llevo tres días sin dormir, tengo muchas pesadillas, ya no quiero hablar, las cosas que me gustaban antes ya no las puedo hacer fácilmente'. Esos son focos rojos para que la gente diga 'necesito ayuda'".

Las brigadas de los Psicotopos serán los fines de semana en Ciudad de México y estados afectados por el sismo.

Pero hay que tener claro que la ayuda que en este momento están ofreciendo los psicólogos y psiquiatras, que son brigadistas en albergues, es sólo para contener la crisis, pues después será necesario un proceso terapéutico formal que requiere más tiempo, dijo la psicóloga Gómez.

"Las personas que perdieron a alguien, su casa o ambos, están en shock, todavía no asimilan la pérdida. En unas semanas vendrá el proceso normal de duelo, ciclos en los que se vuelve a repetir el estado de shock y depresión en algunos casos, hasta que al final llega una negociación con la vida".
La psicóloga clínica detalló que lo que en este momento están haciendo los psicólogos y psiquiatras brigadistas "es dar el primer empujón, que la gente hable, se desahogue, dejar fluir la catarsis, la empatía, decir 'entiendo lo que estás sintiendo, y no es para menos'. Dar validez a su sentir".

Gómez coincide con Salin en que la psicoeducación permitirá justificar a las personas por qué es importante un proceso terapéutico, incluso "explicar qué es lo que hace cada especialista, qué hacen los diferentes psicólogos y en qué momento hay que ir con un psiquiatra o ir al neurólogo", porque los efectos de un trauma colectivo tiene efectos a largo plazo.

Las fases del trauma colectivo

De acuerdo con investigaciones, después de una catástrofe se han detectado al menos dos fases: la primera es la de emergencia,

Pero después regresa la de la normalidad, cuando el miedo pasa y las cosas vuelven a la normalidad para quienes no perdieron familia o su patrimonio.

Si sientes que necesitas ayuda, estas son unas opciones. La UNAM tiene disponibles cuatro líneas telefónicas para atender crisis psicológicas y psiquiátricas en un horario de 10 a 18 horas: 41 61 60 41, 56 22 22 88, 56 23 22 91, 56 23 21 27.


 

 

 

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