Pero, ¿cómo se lo decimos ¿Qué podemos hacer para que vivan este momento de la mejor manera posible?
Tras un divorcio o una ruptura tienes, como adulto, todo el derecho del mundo a disfrutar de tu sexualidad y de tu tiempo, conocer a nuevas parejas, ¡vive! Pero, ¿qué pasa con los niños? Una de las dudas que más a menudo escuchamos en personas divorciadas gira precisamente en torno a esta cuestión: ¿cuándo y cómo se lo digo a mis hijos?
Lo primero que puedo decirte es que calma: no estás haciendo nada malo ni vas a traumatizar a tus hijos para siempre si le presentas a tu nueva pareja. Al contrario de lo que puedas creer esto, bien hecho, puede ser positivo para ellos.
Todos los padres queremos que nuestros hijos tengan una buena autoestima, que se quieran y que se respeten, que sean felices, ¿verdad? Pues quizá un granito de arena que podemos aportar para ello es nuestro ejemplo: eres un adulto que tiene derecho a darse alegrías, a querer y que le quieran, ¿no te parece?
Eso sí, es importante que hagamos un ajuste de las expectativas que tenemos al respecto: que nosotros pensemos que esta nueva persona es una maravilla y que seguro que se lleva bien con nuestros hijos no quiere decir que ellos la vayan a aceptar a la primera… o a la segunda. Paciencia, calma y amor.
Pero, ¿cuándo es el momento?
Para esto no hay una receta única e infalible (ojalá, ¿verdad?), pero sí que hay una serie de factores que podemos tener en cuenta a la hora de tomar la decisión de decírselo a nuestros hijos o no:
¿Cuánto tiempo ha pasado desde el divorcio? No hay un tiempo estándar que nos asegure que los niños están listos para recibir a alguien nuevo. Lo que nos puede servir de indicador es su estado de ánimo, cómo de recuperados los vemos, de animados, de adaptados a la nueva situación. Cuando más tranquilos y estupendos estén ellos, mejor.
La edad de los niños: evidentemente cada edad tiene sus particularidades, los más pequeños pueden haber establecido una relación más posesiva con nosotros y quizá les cueste un poco “compartir a mamá o a papá”, los adolescentes pueden percibir la nueva relación como una intromisión… Pero esto no es norma, cada niño y cada caso tiene sus particularidades: observa a tu hijo para poder determinar si está preparado.
Cómo transcurrió el divorcio: ¿fue pacífico o complicado? ¿Duró mucho? Quizá si la cosa no fue todo lo bien que nos hubiera gustado convenga darle un tiempo a los peques para recuperarse y adaptarse a la nueva situación antes de introducir un nuevo elemento “en la foto”.
¿Cómo de seria es nuestra relación? Está claro que uno es libre de andar con quien le apetezca, faltaría más, pero si nos estamos planteando presentarle esa persona a nuestros hijos debemos tomarnos un momento para pensar si realmente la relación tiene pinta de durar en el tiempo o si es algo pasajero. Si estamos ante el segundo caso, reflexionemos, ¿merece la pena introducir a alguien nuevo en la vida de los peques si en breve desaparecerá? Puede suceder que los niños establezcan vínculos emocionales que luego van a tener que romper...
A pesar de todos estos factores, en el caso de los adolescentes nos podemos encontrar, tal y como indica Kristin Hadfield en su investigación al respecto, con que si tardamos mucho en decírselo lo van a vivir como un engaño, como si durante el tiempo de relación en el que no les hemos dicho nada les hubiéramos estado mintiendo.
En cualquier caso una garantía para que la situación no derive en dificultades es tener una buena comunicación con nuestros hijos: si podemos hablar con ellos, si ellos saben que pueden hablar con nosotros, nos moveremos en un terreno en el que será fácil establecer si es el momento o no de presentarles a nuestra nueva pareja.
Es más, antes de tener la pareja ya podríamos ir siendo sinceros con ellos, por ejemplo contándoles cuándo estamos preparados para empezar a salir con otras personas: así la cosa tampoco les pillará tan de sorpresa.
¿Cómo se lo digo?
Antes de llegar con tu pareja habla con ellos a solas: cuéntale que tienes una nueva relación que te hace feliz, una persona que es estupenda y que quieres que conozcan para poder compartir tiempo juntos.
Pídeles su opinión al respecto: ¿qué les parece todo esto? No hay nada mejor que preguntar para despejar dudas y saber cómo se siente otra persona, da igual que tenga 5 o 55 años.
No le hagas encerronas: deben conocer y saber qué día van a conocer a esa persona.
Anticípate a su imaginación, cuéntales todo lo que pueda generarles ansiedad o incertidumbre: todo lo que los niños no saben lo suelen rellenar con su imaginación, y a veces ésta es demasiado y crea escenarios que acaban generando malestar para los peques. Cuéntales todo lo que creas que puede generarles dudas o malestar: ¿Me seguirás queriendo? ¿Esa persona va a ser mi papá? ¿Vivirá con nosotros? son algunas de las preguntas más frecuentes.
Enfrentarnos a una situación da un poco de vértigo, sí, pero los niños tienen algo maravilloso, y es que son mucho más comprensivos y flexibles que nosotros, los adultos. Date tiempo, dales tiempo, habla con ellos y verás que no era tan terrible como pensabas. Ánimo con ello.