Los padres aseguramos que queremos y tratamos a nuestros hijos por igual, sin predilección por ninguno en especial, pero la ciencia asegura que mentimos. Varios estudios científicos se han ocupado de hurgar en las entrañas de las relaciones familiares y han conseguido rebatir esta máxima repetida incansablemente por los padres.
Los investigadores aseguran que la mayoría de los padres sí tienen un hijo favorito, por lo general el mayor, y además lo ven como algo natural que los padres deben aceptar sin culpa. Si es tu caso, te damos algunas claves para mantener un equilibrio sano en la familia.
Qué dice la ciencia sobre el hijo favorito
Uno de los estudios más importantes sobre la preferencia de los hijos fue realizado en 2005 por la Universidad de California-Davis y dirigido por la socióloga Katherine Conger. Durante tres años, se observaron los comportamientos de 384 familias formadas por un matrimonio (no había divorciados) y dos hijos adolescentes que habían nacido con cuatro años de diferencia.
Se les preguntó a los hijos cómo sentían que eran tratados por sus padres, si notaban algún trato diferenciado con respecto a sus hermanos y si esto había afectado de alguna manera a su autoestima. En general, el hijo mayor sí notaba ese trato de favoritismo.
La investigación reveló además que hay un índice más elevado de baja autoestima entre los hermanos menores, causada por el favoritismo de los padres por el primogénito. En cambio, el trato diferencial apenas parece afectar a la autoestima del mayor.
EL 70% DE LOS PADRES Y EL 74% DE LAS MADRES ADMITIERON TENER UN TRATO PREFERENCIAL HACIA ALGUNO DE SUS HIJOS.
En base a este estudio, años más tarde (en octubre de 2011) se publicó un reportaje en la revista 'Time' titulado 'Por qué a mamá le gustas más tú', firmado por Jeffrey Kluger, autor del libro 'El efecto de los hermanos: lo que los vínculos entre hermanos y hermanas revelan de nosotros' (The sibling effect: what the bonds among brothers and sisters reveal about us).
El autor afirmaba que "el 95% de los padres tienen un hijo preferido y el 5% restante miente". Justificaba esta preferencia en el principio de supervivencia de la especie:
"El acto biológico y narcisista de replicarse a uno mismo a través de las generaciones venideras impulsa a los padres a inclinarse en favor del hijo mayor o del más saludable, ya que tendrá más éxito reproductivo", afirma Kluger.
Otro estudio salido a la luz el año pasado con datos recolectados de 725 hijos adultos provenientes de 309 familias, asegura que un 75% de las madres mayores admitió estar más cerca de un hijo adulto.
Ser el hijo favorito no es tan bueno
El coste de ser el hijo favorito es alto. Quienes se percibe emocionalmente más cerca de sus padres son quienes reportan tener síntomas depresivos más fuertes, según la investigadora Megan Gilligan de la Universidad Estatal de Iowa.
Esto se debe a la presión y a la responsabilidad que supone tener que estar siempre a la altura y el miedo a no decepcionar a los padres.
¿Tenemos un hijo favorito y nos da culpa aceptarlo?
Aceptar que tenemos un hijo favorito puede verse como una propia traición a nuestro rol de padres. Queremos dar a nuestros hijos un trato igualitario para que ninguno se sienta más o menos que el otro, por lo que aceptar la preferencia por alguno de ellos acarrea un inevitable sentimiento de culpa.
Yo sinceramente no creo tener una hija favorita, al menos no conscientemente. Sí hay etapas en las que pongo más el foco en alguna porque está atravesando una situación particular y en ese momento necesita mayor atención, pero en ningún caso significa que quiera más a una o tenga favoritismo por alguna por encima de sus dos hermanas.
El favoritismo es algo normal
De cualquier modo, según los expertos, reconocer que se tiene un hijo favorito no tiene nada de malo. La psicóloga Ellen Weber Libby, autora de “El niño favorito”, dice que los padres deben saber que el favoritismo es normal y que sucede en todas las familias en algún grado.
Algunos padres pueden preferir a un niño que es más como ellos, con el que sienten más identificado por sus gustos o porque le recuerdan a ellos cuando eran pequeños. El favorito también puede cambiar con el tiempo; un padre puede preferir un niño en una etapa determinada, como un bebé o un adolescente.
El problema viene cuando "el tratamiento preferencial se centra constantemente en un solo niño o se utiliza para aumentar la autoestima de los padres y alimentar su propio ego, entonces se puede cruzar fácilmente la línea a ser poco saludable", añade.
Si tienes favoritismo por un hijo, la Dra. Libby asegura que negarlo es lo peor que puedes hacer. Debes abrir los ojos a la realidad, no culpabilizarte y actuar de la mejor manera para mantener un equilibrio sano en la familia.
Cómo mantener un equilibrio sano en la familia
+ Evita comparaciones: ahórrate frases como "¿Por qué no puedes ser más como tu hermano?” o "aprende de tu hermano", que solo conduce a fomentar las comparaciones dañinas entre ellos.
+ Dedica el mismo tiempo a todos tus hijos: asegúrate de prestar atención a todos tus hijos de forma igualitaria. Si la actividad de uno de tus hijos acapara demasiado tiempo, intenta equilibrarlo buscando tiempo en exclusiva para tus otros hijos.
+ Evita gestos y palabras que fomenten el favoritismo: no hables de tu hijo como "mi favorito". Incluso aunque sea una broma, los niños van asumiendo estos roles haciéndolos propios.
+ Escucha a tus hijos: puede que a ti no te lo parezca, pero los niños suelen ser muy directos en estas cuestiones. Si alguno de ellos señala un trato de favor hacia su hermano, no lo niegues y reflexiona sobre ello.