Puede que a tu pareja le gusten las películas de terror y a ti no. Puede que prefiera ir al campo y tú a la playa. Puede que sea más de dulce y tú de salado. Las diferencias entre los dos miembros de la pareja son habituales, pero, ¿qué pasa cuando las discrepancias son en torno a las pautas de crianza? ¿Puede perjudicar a nuestro hijo?
Es frecuente que no compartamos todos nuestros gustos con nuestra pareja, que tengamos personalidades, estilos de hacer las cosas e incluso filosofía de vida diferentes. Esas diferencias puede que hayan pasado desapercibidas o que no supongan un gran conflicto en la relación, pero cuando hablamos de discrepancias en lo que a pautas de crianza y educación de los hijos, la cosa se complica. Llegar a acuerdos cuando partimos de perspectivas distintas, o incluso opuestas, es uno de los mayores retos a los que se somete la pareja cuando llegan los hijos.
Existen varios aspectos que hacen que nos posicionemos fuertemente en nuestra forma de entender la crianza:
- En el “cómo educar” confluyen nuestros valores, creencias, personalidad, educación recibida... es decir, hay mucho en ello de nosotros mismos y de nuestra manera de ver el mundo, de ahí que defendamos férreamente nuestro punto de vista.
- Implica a una tercera persona, nuestro pequeño, y siempre queremos lo mejor para él.
- La responsabilidad percibida de las consecuencias que tendrán en nuestro hijo las decisiones que tomemos al respecto es muy alta, de manera que éstas conllevan una enorme carga emocional para los padres.
Por otra parte, aunque ya existieran en la pareja aspectos en los que no había acuerdo, este es uno del que no podemos huir: podemos no ver esa peli juntos si no nos gusta a los dos, pero no podemos dejar de educar a nuestro hijo porque no estemos de acuerdo. Es decir, la imposibilidad de evitar u obviar este tema hace que sea más potente en cuanto a su influencia en la relación de pareja.
¿Qué hacer cuando tenemos estilos de crianza diferentes?
La clave, lo principal y más importante, es que a pesar de que haya discrepancias exista el sentimiento de equipo y hagamos frente común. ¿Cómo?
Ante los niños:
- No discutir, pelear, delante de los niños (otra cosa es mantener un diálogo sobre nuestras opiniones y mostrarles que se puede llegar a un acuerdo)
- No desacredites a tu pareja delante del peque, con eso le estamos transmitiendo la idea de que pueden no acatar nuestras decisiones.
- Apoya al otro: es importante mostrar unidad y coherencia ante los niños. Y si de verdad es algo que con lo que no estás de acuerdo, habladlo luego, a solas.
Para los padres:
Establece prioridades, elige qué temas son verdaderamente importantes y cuáles no, o menos. No podemos estar en todo ni pretender hacerlo todo como queremos, por eso resulta interesante plantearnos qué aspectos en los que no estamos de acuerdo son realmente significativos para nosotros.
Revisa tus ideas y creencias en cuanto a crianza, cuestiónalas: a veces nos dejamos llevar por la inercia de lo aprendido, de lo que hemos visto, pero no nos hemos parado a meditar sobre su utilidad o beneficios. Las discrepancias en la pareja son la excusa perfecta para la reflexión.
Establece tus límites, está claro que los tienes, pero exprésalos con delicadeza, no como un ataque o un menosprecio a la opinión de tu pareja.
Recuerda que tu pareja es una persona distinta a ti, con su personalidad, sus valores, sus creencias... El respeto es absolutamente fundamental.
En privado, y negociando, estableced una serie de normas básicas, acerca de aspectos imprescindibles para el funcionamiento diario, y luego, poco a poco, ir tratando otros temas.